I. Presentación

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A veces, nos resulta incómodo decir las cosas, aun cuando éstas molestan o afectan de cierto modo. Bueno, pues a mí me sucedió algo así, cuando recién me mudé a un cuarto de renta en donde se compartía la señal de internet. La cosa era simple, uno de mis vecinos siempre que llegaba de la escuela, gustaba por salirse de su cuarto, ponerse frente al mío, y jugar al menos cuatro horas con su odioso videojuego con chat en línea. Esto provocaba que el consumo de internet se incrementara y prácticamente me dejara sin conexión en mi celular o en mi computadora.

Debo de admitir que el vecino me parecía hasta cierto punto atractivo. Pero es que, en realidad, era puro fetichismo. Era debido a que siempre que se salía al pasillo, calzaba sandalias tipo flip flop. Eran mi perdición. En más de una ocasión, deseaba con poder tirarme sobre sus pies y pasarles la lengua por entre los dedos. Masajear sus pies y escupirles encima. Suena morboso, y así era, pero era algo que rondaba a menudo por mi mente. Y no podía dejar de imaginarlo, ya que siempre que llegaba al edificio lo veía jugando, con sus enormes pies blancos al descubierto.

En ocasiones y siendo peor, veía como frotaba las plantas de sus pies contra la suela de la sandalia. Me sentía muy excitado, al punto que tenía que entrar rápido a mi cuarto para masturbarme y descargar esa sensación de placer contenida. Mi fetiche tenía varios años de ser expuesto y explorado, se podría decir que aún era un neonato en cuanto al culto por lo pies y las sandalias. Así que cada pequeña oportunidad por ver pies me ponía caliente al momento. Sin vuelta atrás, debía de calmar mi necesidad siempre pensando y viendo más pies en internet. Para eso tenía Instagram y Pinterest que me ayudaban a aliviar mi necesidad.

El chico en cuestión era medianamente atractivo para mí. Siempre lo veía sentado en el suelo, pero se notaba que era mediano y delgado, piel muy blanca y cierto tono castaño en el cabello. Pero siempre que salía, veía llevar esas sandalias de suela negra y encima gris. Sus pies eran delgados, con las uñas redondeadas como me gustan. Un pequeño plus, era que tenía una barba desalineada medianamente grande. Pero su atractivo, eran sus pies y sus sandalias. Admito que me sentía tan criminal de verlo con lujuria sin que él supiera.

El problema que resultaba que jugara, no era tanto sobre si quería ver videos o películas en línea, o si también quería jugar por internet. No, el problema resultaba cuando tenía que hacer cierto trabajo o descargar complementos para mis programas, me tardabas horas en poder utilizar bien la conexión. Incluso, tenía que esperar hasta las dos o tres de la mañana para poder siquiera descargar un archivo de ni siquiera 50 MB, Si bien no era un enorme problema, si era bastante molesto que ocupara casi toda la red cuando en el edificio se encontraban al menos otras veinte personas utilizándola.

Desde que volví y que comencé a vivir en ese edificio, me había dado un poco igual que se supiese o no sobre mis preferencias sexuales. La verdad, era que siendo un profesionista desempleado y homosexual, que me vieran citarme con hombres era la última de mis preocupaciones. Me importaba más buscar y encontrar un trabajo acorde a lo que había estudiado. Y esto llega al tema de mi historia, porque dentro del primer mes en el que estaba en el cuarto de renta, me vi con algunos hombres para tener cierta acción. Lo que al parecer le daba cierta incomodidad al vecino que cuando salía.

Durante la tercera semana de estar buscando trabajo, había hablado con varios hombres. Al menos cinco días, había conversado con algunos cinco o seis hombres, hasta que uno que apareció por la aplicación me dijo si iba a mi casa a cogerme. De principio no quería. Pensaba que me iba a meter en problemas con el dueño del edificio por meter gente, pero recordé que mis vecinos tenían ruido tarde, algunos discutían y se escuchaba en todo el edificio, otros que salían muy noche y finalmente el que acaparaba todo el internet; entonces dije ¿por qué no?

Esa misma noche, unas dos horas más tarde, fue que llegó el primer hombre de ese fin de semana. No era muy atractivo, pero estaba lo suficientemente excitado como para no considerar la belleza – completamente subjetiva – como requisito. Fue un momento de bastante placer y sensaciones en todo el cuerpo. En fin, tras salir del cuarto para acompañar al sujeto a la entrada del edificio, me di cuenta que el pasillo estaba vacío. Al parecer, había espantado al chico con mi acompañante.

Lo mismo ocurrió al día siguiente cuando vino otro hombre. Antes de considerarme la tremenda puta, que quede claro que estoy soltero, que dejo en claro que sólo busco sexo y tomo las medidas pertinentes de higiene y salud. Continúo, estuve texteando con el otro, y me dijo que si me parecía lo podía ver y hacer algo en mi cuarto. Le dije que sí. Total, el primero sabía del segundo y viceversa, nadie estaba en contra de lo que hacía y, por el contrario, se sentían excitados de saber mi lívido y mi capacidad de mantener relaciones sexuales bastantes claras. Todo con la salubridad necesaria.

Paso algo similar la segunda vez. Lo invité a pasar, tuvimos sexo unas cuantas horas, y cuando se trataba de salir, el vecino – que creo se le podría decir gamer – ya no estaba. Pero sólo era cuestión de alguna media hora para que volviera. Sin embargo, ya me había dado cuenta, y tenía presente la idea siempre que lo veía. A lo mejor no tolera lo que hago, me quiere dar privacidad, o simplemente no le importa lo que haga y mejor se retira. Unos días más tarde, mi depredador sexual interior se había quedado dormido por un momento, hasta que una tarde en el trabajo temporal que había tomado, llegó un hombre que me excitaba mucho. El hombre trabajaba en una parcela, era de campo, tenía piel y manos curtidas, y decía que sabía cocinar. En fin, el arquetipo del macho hombre, señor del campo y del hogar.

 En fin, el arquetipo del macho hombre, señor del campo y del hogar

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(Continúa)

Relato - Los pies del vecinoWhere stories live. Discover now