Está muerto

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Ubicación desconocida

Un golpe.

Y otro golpe.

Y otro más después de ese.

Su cara arde por las heridas, sus brazos y piernas están entumecidos por la falta de movimiento y el resto de su cuerpo palpita de dolor al más leve movimiento. Ni respirar puede sin que su cerebro envíe descargas de dolor, además de que su nariz está rota por uno de muchos golpes que recibió y que obstruye el paso del aire.

Desde la última vez que lo violó ha quedado desnudo haciendo que las heridas duelan cuando la leve brisa que entra en el lugar roza su cuerpo. Abre su boca liberando un agónico grito y tratando de recuperar aire, pero solo consigue punzadas de dolor en sus músculos. Jadea cansado y con lágrimas en sus ojos que forzosamente retiene.

—Parece que no le interesa su vida, detective —habla el hombre con su voz distorsionada para después tomar la cabellera dorada del más bajo y jalarla con fuerza—. ¿Dónde está el dinero?

—¿Q-qué quieres que diga? —Responde el rubio haciendo una mueca de dolor por hablar—. ¿Que sé dónde está? Lamento decepcionarte, p-pero no lo sé.

Hablar lo cansa más de lo que esperaba. Requiere más fuerzas de las que tiene en este momento. Cuando termina de hablar pasa saliva por su garganta seca desde hace ya varios días o quién sabe cuánto mientras mira a los ojos a su captor. Una extraña risa sale de este que lo deja helado.

—Ya lo sabía. —Esas palabras dejan al rubio confundido y estupefacto—. Hace dos días encontré a su hermano. El muy cobarde estaba escondido en las Islas Caimán y cuando lo atrapé y le conté sobre usted, me juró por su padre y su madre que usted no tiene nada que ver.

Un peso enorme se instala en el pecho del rubio al escuchar de su hermano. Ese que ya no puede imaginar como el buen hombre que él creía que era, sino que resultó ser un trabajador del otro lado de la ley.

—¿Dónde está? —Pregunta pero el otro no contesta—. ¿¡Dónde está Matt!?

El hombre se gira para abrir la puerta por donde él ha entrado y salido dejando entrar a otro sujeto con un barril que deja junto a la mesa y se va. La imaginación del detective vuela en ese momento y no hay necesidad de preguntar.

Su hermano está muerto.

—Eres un maldito —susurra perdido—. ¡Eres un maldito! —Grita con las pocas fuerzas que tiene y se mueve bruscamente de un lado a otro. Estira lo más que puede las cintas que lo tienen pegado a la mesa pero un golpe en su estómago lo deja quieto y en busca de aire.

Escupe un poco de sangre a un costado de su cabeza dejando un hilo de ella en la comisura de sus labios. Cierra los ojos tratando de aminorar el dolor aunque no sirva de nada. Siente un jalón en su cabello que lo hace volver la mirada hacia el techo donde la luz de la lámpara lo molesta.

—¿Para qué me retienes si ya sabes todo? —Pregunta el detective.

—Porque trabajo que comienzo, trabajo que termino. —El rubio vuelve a agitarse bruscamente pero el otro le jala el cabello más fuerte—. Ya deje de luchar, detective —le dice demasiado cerca de su cara.

—Eso jamás —responde.

—¿Acaso aún espera a que su equipo venga por usted? —Niega riendo.

—Sé que me están buscando —habla seguro aunque en su interior duda porque ya ha pasado mucho tiempo y aún no han dado con él.

"Este desgraciado es profesional, y a lo mejor cubrió bien sus huellas. Eso debe ser". Piensa el rubio ignorando sus dudas.

Trust in me - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora