Capítulo 5

15 0 0
                                    

La luna llena brillaba de pleno cuando Stefan regresó a la casa dehuéspedes. Estaba mareado, casi tambaleante, tanto por la fatiga comopor la superabundancia de sangre que había consumido. Habíatranscurrido mucho tiempo desde la última vez que se había permitidoalimentarse tan copiosamente. Pero el estallido de Poder en bruto junto alcementerio lo había contagiado de su frenesí, echando por tierra su yadebilitado control. Seguía sin saber con seguridad de dónde había salido elPoder. Había estado observando a las muchachas humanas desde supuesto en las sombras cuando éste estalló por detrás de él, haciendo huira las jóvenes, y se había visto atrapado entre el temor de que éstas fuerana parar al río y el deseo de sondear aquel Poder y descubrir suprocedencia. Al final, la había seguido a ella, incapaz de arriesgarse a queresultara herida. 

Algo negro había volado en dirección a los árboles mientras lashumanas alcanzaban la protección del puente, pero ni siquiera lossentidos nocturnos de Stefan pudieron descifrar de qué se trataba. Habíavigilado mientras ella y las otras dos marchaban en dirección a la ciudad.Luego había regresado al cementerio. 

Estaba vacío entonces, purgado de lo que fuera que había estado allí.Sobre el suelo yacía una fina tira de tela que a unos ojos corrientes leshabría parecido gris en la oscuridad. Pero él vio su auténtico color, ymientras la arrugaba entre los dedos, alzándola despacio hasta tocar suslabios, olió el aroma de los cabellos de la muchacha. 

Los recuerdos lo asaltaron. Ya era bastante terrible cuando se hallabafuera de su vista, cuando el sereno resplandor de su mente sólomartirizaba los bordes de su consciencia. Pero estar en la misma aula queella en la escuela, sentir su presencia detrás de él, oler la embriagadorafragancia de su piel a su alrededor, era casi más de lo que podía soportar. 

Había escuchado cada queda respiración de la joven, sentido su calidezirradiando sobre su espalda, percibido cada latido de su melodioso pulso. Yfinalmente, con gran horror por su parte, se había encontrado cediendo aello. Su lengua se había deslizado arriba y abajo sobre sus colmillos,deleitándose con el placer-dolor que crecía allí, alentándolo. Habíaaspirado su olor por la nariz de un modo deliberado, y dejado que lasvisiones acudieran, imaginándolo todo. Lo suave que sería su cuello, ycómo sus labios irían a su encuentro con igual suavidad al principio,depositando diminutos besos aquí y allí, hasta que alcanzaran el blando hueco de su garganta. Cómo se acurrucarían allí, en el lugar donde elcorazón de la joven latía con tanta fuerza contra la delicada piel. Y cómopor fin sus labios se abrirían, se apartarían de los ansiosos dientes afiladoscomo pequeñas dagas y... 

No. Había salido de su trance con una sacudida, su propio pulso latiendoirregularmente, el cuerpo estremecido. Habían dado por finalizada la clase,a su alrededor todo era movimiento, y sólo podía esperar que nadie lehubiese estado observando con demasiada atención. 

Cuando ella le había hablado, había sido incapaz de creer que pudieramirarla a la cara mientras sus venas ardían y toda su mandíbula superiorsuspiraba por ella. Por un momento había temido que su control sequebraría, que la sujetaría por los hombros y la tomaría delante de todosellos. No tenía ni idea de cómo había podido escapar, sólo que algo mástarde estaba canalizando su energía en forma de duro ejercicio,vagamente consciente de que no debía utilizar los Poderes. No importaba;incluso sin ellos era en todos los aspectos superior a los muchachosmortales que competían con él en el campo de rugby. Su visión era másaguda, los reflejos más veloces, los músculos, más fuertes. En seguida,una mano le había palmeado la espalda y la voz de Matt había sonado ensus oídos: 

—¡Felicidades! ¡Bienvenido al equipo! 

Al contemplar aquel rostro franco y sonriente, Stefan se había sentidoinvadido por la vergüenza. «Si supieras lo que soy, no me sonreirías —había pensado sombrío—. He ganado esta competición vuestra medianteengaños. Y la chica a la que amas..., porque la amas, ¿verdad?, está enmis pensamientos justo ahora.» 

Despertar, Cronicas VampiricasWhere stories live. Discover now