Capitulo 1

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4 de septiembre 

Querido diario:Algo horrible va a suceder hoy.

 No sé por qué escribí eso. Es de locos. No hay ningún motivo para queme sienta inquieta y todos para que sea feliz, pero... 

Pero aquí estoy a las 5.30 de la mañana, despierta y asustada. No hagomás que decirme que simplemente sucede que estoy hecha un lío debidoa la diferencia horaria entre Francia y aquí. Pero eso no explica por quéme siento tan asustada. Tan perdida.

 Anteayer, mientras tía Judith, Margaret y yo volvíamos del aeropuertoen coche, tuve una sensación muy extraña. Cuando giramos en nuestracalle, pensé de repente: «Mamá y papá nos están esperando en casa.Apuesto a que estarán en el porche delantero o en la sala de estarmirando por la ventana. Deben de haberme echado mucho de menos». 

Lo sé. Es de locos. 

Pero incluso cuando vi la casa y el porche delantero vacío seguísintiendo lo mismo. Subí corriendo los escalones y llamé con la aldaba. Ycuando tía Judith abrió con la llave me precipité adentro y simplementeme quedé en el vestíbulo escuchando, esperado oír a mamá bajar por laescalera o a papá llamando desde el estudio.

 Justo entonces, tía Judith soltó ruidosamente una maleta en el suelodetrás de mí, lanzó un enorme suspiro y dijo: «Estamos en casa».Margaret rió. Y me invadió la sensación más horrible que he tenido jamás.Nunca me he sentido tan total y completamente perdida.

 Casa. Estoy en casa. ¿Por qué suena eso como una mentira?

 Nací aquí, en Fell's Church. Siempre he vivido en esta casa, siempre.Esta es mi misma vieja habitación, con la leve marca de quemadura en lastablas del suelo donde Caroline y yo intentamos esconder cigarrillos enquinto grado y estuvimos a punto de asfixiarnos. Puedo mirar por laventana y ver el enorme membrillo al que Matt y los chicos treparon para colarse en la fiesta de pijamas de mi cumpleaños hace dos años. Ésta esmi cama, mi silla, mi tocador.

 Pero en estos momentos todo me parece extraño, como si yo noperteneciera aquí. Soy yo la que está fuera de lugar. Y lo peor es quesiento que hay algún lugar al que pertenezco, sólo que no logroencontrarlo.

 Ayer estaba demasiado cansada para ir a Orientación. Meredith recogiómi programa por mí, pero yo no tuve ganas de hablar con ella porteléfono. Tía Judith dijo a todos los que llamaban que tenía jet lag ydormía, pero me observó durante la cena con una curiosa expresión en elrostro

.Tengo que ver a la pandilla hoy, no obstante. Se supone que debemosencontrarnos en el aparcamiento antes del instituto. ¿Estoy asustada poreso? ¿Les tengo miedo?

 Elena Gilbert dejó de escribir. Contempló fijamente la última línea quehabía escrito y luego meneó la cabeza, con la pluma cerniéndose sobre elpequeño libro con tapa de terciopelo azul. Luego, con un gesto repentino,alzó la cabeza, y arrojó pluma y libro a la gran ventana mirador, donderebotaron inofensivamente y aterrizaron sobre el tapizado asiento interiorque había al pie de la ventana.

 Todo era tan totalmente ridículo... 

¿Desde cuándo ella, Elena Gilbert, había tenido miedo de reunirse congente? ¿Desde cuándo la había asustado nada? Se puso en pie y, llena deenfado, introdujo los brazos en un quimono de seda roja. Ni siquiera echóuna ojeada al trabajado espejo Victoriano sobre el tocador de madera decerezo; sabía lo que vería. Elena Gilbert, rubia, esbelta y fantástica, la quemarcaba tendencias, la alumna de último curso de secundaría, la chicaque todos los chicos deseaban y que todas las chicas querían ser. La chicaque justo en aquellos momentos mostraba una cara de pocos amigos ytenía los labios apretados.

Despertar, Cronicas VampiricasHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin