trece.

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KISS.
Los padres de Sakata resultaron no ser los sujetos que Urata se imaginaba. Aunque sí le asustaba un poco la manera en que el padre lo miraba, no era como si eso lo fuera a matar. La madre, por el contrario, era una mujer altamente pacífica que no medía bien sus palabras, ya que dos veces o más llegó a hacerle sentir mal llamándolo "débil, indefenso" y otra cosas no muy dolorosas pero que a él si le afectaban bastante.

Ahora estaban merendando juntos, galletas compradas y té con tapioca. No había mucha comunicación, cosa que Urata agradecía con todo su ser. Aún seguía vestido de niña, así que era incómodo.

—¿Esperarás a Sakatan aquí, Tanuki-kun? —pregunta la mujer.

—Oh, para nada —contesta rápidamente el castaño —Si Sakatan me ve así vestido, posiblemente yo entre en algún tipo de shock, y no quiero eso.

La severa mirada del hombre de ojos olivo lo hacían sentir un cosquilleo recorrer su espalda, un escalofrío. Sentir esos fríos ojos encajados en su nuca le producían unas altas ganas de vomitar. Ese señor le asustaba, y mucho, pero seguía agradecido de que no se haya puesto muy agresivo con él.

—Si vuelves a vestirte así, no habrá más oportunidades. Dirás adiós a Sakata —demanda el mayor.

—N-no lo haré —contestó nervioso.

—Uhm, sobre Sakata... ¿Está por volver? Nos dijo que regresaba entre 11 y 12, ¿qué hora será? —pregunta la de cabello anaranjado, volteando a sus espaldas para ver el reloj en la pared.

—11:58 —susurra Urata, tragando saliva —, lo siento. Fue un placer conocerlos, espero no se lleven una decepción de mí. Como anteriormente dije, sería una vergüenza si Sakata me viera así, por lo que me voy retirando. Gracias por las galletas y el té, espero volver a encontrarnos un día.

El tiempo había pasado demasiado rápido para notarlo. El joven de ojos verdes rápidamente juntó sus cosas y se despidió haciendo una reverencia. Era incómodo inclinarse usando falda, ¿cómo demonios hacen las chicas para salir con faldas sin mostrar nada? Además, debido a que llevaba el cabello suelto (y por lo planchado quedaba más largo), empezaba a darle calor. Sentía poco a poco su cuello sudando. Lo que quería ahora mismo era llegar a su casa y darse un buen baño, quitándose todo ese maquillaje. Bueno, pero Naruse realmente había hecho un gran trabajo, ¿no sería de mala educación? Oh, ¿por qué ponerse a pensar en esas cosas ahora? No Urata, debes salir de ahí y pasar lo más desapercibido posible.

Justo estaba abriendo la puerta y su pequeño cuerpo termina chocando contra el pecho de aquel pelirrojo a quien quería evitar. ¿Por qué esas cosas le pasaban a él?

—Uh, disculpe... Mmm, ¿señorita? Lo siento, no ví que ibas saliendo —se disculpa el más alto, viendo desde arriba la cabeza agachada de "la joven".

—N-no, n-no hay pro... —ni siquiera podía hablar bien. Poco más y se ahoga con su saliva. Lo que menos quería, era mirarle a la cara. ¿Qué tan vergonzoso puede ser que su amor platónico lo vea vestido de un mal intento de niña promedio? Tal vez no sea mucho, pero para Urata, era el fin del mundo. Uno de sus muchos fines del mundo.

—Un momento... Eres bastante parecida a un amigo mío... ¿No serás...? No, no podría ser...

—Oh, pero claro que lo es —ríe el hombre, y justo en ese momento las miradas de ambos jóvenes se cruzan. Los ojos llorosos y cubiertos de una capa de cristal de Urata y su cara tan roja como el cabello de Sakata resultaron ser el mejor paisaje del universo del joven ojirubí.

—¡Tienes que estar jodiéndome! —exclama Sakata, llevando ambas manos a su cara, cubriendo su nariz y boca. Síp, poquito más y le da unas hemorragia nasal. Simplemente no puede con ésto. Es demasiado para su corazón.

i don't care ー urasaka Where stories live. Discover now