cuatro.

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HELPLESS.
Ese día no era su mejor día.

—No es un "ella", es un "él".

Esas simples siete palabras paseaban de un lado a otro y de esquina a esquina por la mente del pelirrojo. Esa frase sencilla ocupaba sus enteros pensamientos, y él no lo quería así.

Llegó a su casa, ya estaba oscuro. Había ignorado las dos llamadas de su madre, porque, demonios, no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder. Aún no lo procesaba, no sabía porqué le interesaba tanto, no entendía porqué necesitaba saber más.

—¡Sakatan! ¿Dónde estuviste? Creí que sólo irías al karaoke, ¿pasó algo más? —pregunta su madre, calmada. Es cierto que está preocupada, pero esa mujer sabe dominar sus emociones a un nivel increíble.

Sakata la mira a los ojos, rojos como los suyos. Sonríe apenado y entra a su casa. La amable mujer cerró la puerta a su espalda. Su padre estaba sentado en el sillón, y cuando lo vió cruzar la puerta, aclaró su garganta.

—¿Sucede algo? ¿Quieres agua? —pregunta el pelirrojo. Deja sus cosas en la mesa de centro, y va a la cocina.

—Detente, Sakata. Siéntate, ahora —replicó el hombre, con autoridad notoria en su voz.

El pelirrojo no hizo más que obedecer. Su madre, que seguía en la puerta, se sentó al lado de su esposo.

—¿Por qué tardaste tanto? —dijo el mayor.

—No es taaaan tarde —respondió, algo juguetón.

—Sales aproximadamente a las cinco, y faltan pocos minutos para las ocho. ¿Qué estuviste haciendo y con quiénes? —siguió el hombre. Se oía dominante, Sakata trataba de no ponerse nervioso con la voz de su padre, pero le estaba resultando difícil.

—Sí fui al karaoke, con mis amigos, ya los conocen. Regresé con un amigo nuevo al cual no conocen, y fue donde se me hizo algo tarde. No sentí que hubiera pasado tanto tiempo, me disculpo —habló Sakata. Solamente miraba los ojos fulminantes de aquel hombre quien tanto le aterraba. Su madre no hablaba, ella siempre esperaba a que su esposo actuara a su manera, para ella después hablar con Sakata.

—¿Y quién es ese nuevo amigo tuyo? ¿Es de tu curso? —pregunta su padre.

—Sí. Es un chico bajito de ojos verdes, su cabello es castaño claro. Ha estado conmigo casi desde siempre, pero hasta ahora que hablamos. En realidad, él es mejor de lo que yo creí, ahora que me dí la oportunidad de conocerlo, creo que-

—Es el chico con el que te tomas tantas fotos —interrumpe el mayor —, el chico que está en tu fondo de pantalla, ¿cierto?

Sakata lo mirá atónito. ¿Cuándo revisaron su celular que no se enteró?

—¿Revisaron mi teléfono? —pregunta, algo molesto.

—Lo siento hijo, sé que es tu privacidad, le dije a mi esposo que no lo hiciera pero él insistió —dijo su madre, en un tono de voz sumamente tranquilizante.

—¡Exacto! ¡Es mi privacidad! Ahora tampoco respetas eso viejo, ¿eh? —alza un poco la voz el pelirrojo.

—Estoy ejerciendo mi autoridad como padre.

—¡A mí no me vengas con esos cuentos! ¡¿Por qué revisan mis cosas?! Oh, ¿de casualidad no revisaron también mis conversaciones con Uratan? —dijo, usando sarcasmo en esta última frase.

—Lo hice —dijo, a la par que soltaba un largo suspiro —. ¿Cuál es tu relación con ese tal Urata?

—¿Qué? Ya oíste que somos amigos, préstame atención al menos cuando te hablo.

i don't care ー urasaka Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz