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Te encontrabas en el apartamento de los Fisher, tirada sobre la cama de Sal mientras hablabas animadamente con este.
- Entonces, Sally~ - alargas la última letra de manera melosa.
El chico de las coletas se limitó a observarte a través de su prótesis mientras mantenía una posición bastante tensa ya que todavía no se acostumbraba a que usaras ese tono tan dulce con él, lo que te parecía algo tonto considerando que ya llevabas un año de relación con él y sueles tratarle de esa forma siempre que están en privado, nunca actuabas así en público para que no se sintiera incómodo o intimidado.
- Pues... - Haces una pequeña pausa intentando reunir el valor necesario para hacerle tu petición.
Pero esa pequeña pausa hace que el chico se sienta nervioso.
- ¿Pasa algo? - su voz es suave y tiembla de manera casi imperceptible.
- ¡No, para nada!- Te apresuras a decir - Es sólo que... nunca te he visto sin tu prótesis.
Con pena, le ves a los ojos, intentando transmitirle la poca seguridad que tenías. Un silencio incómodo se instala de nuevo en la habitación durante unos segundos, muy largos para tu gusto, hasta que Sal decidió hablar.
- Yo...- Otra pausa se atraviesa en su hablar- No creo que sea buena idea.
Su voz se hacía más baja a medida que terminaba la frase.
- Pero Sal... - El chico de coletas te interrumpe
- Escucha, _____, no quiero que te aterrorices por lo que hay debajo de la prótesis, que sientas asco y mucho menos que huyas de mí, te quiero... y no quiero perderte por el hecho de que tengo el aspecto de un monstruo debajo de la prótesis.
Podía sentir el dolor en su voz, sus hombros temblaban ligeramente, por lo que debías acercarte con cuidado para no hacerlo sentir abrumado.
- Cariño.- Tu voz sale de manera aterciopelada, tus movimientos son suaves y ligeros mientras te acercas a él y extiendes tu mano para tocar su brazo.- Siéntate a mi lado ¿Sí?
Toma tu mano mientras se sienta justo a tu lado y recuesta su cabeza en tu hombro, sabías que necesitaba consuelo, no era un tema fácil para él por lo que con tu otra mano decidiste acariciar la parte posterior de su cabeza.
- Cielo, mi precioso ángel, nunca serás un monstruo ni mucho menos te veré como uno. - Las palabras que dejaban tu boca se escuchaban suaves y serenas.- Jamás te tendría asco, ¿Cómo podría darme asco alguien tan bueno como tú?
Sin levantar la cabeza de tu hombro, se movió para mirarte expectante.
- Cuando solo has demostrado hacia mí el más puro amor y una lealtad indudable, ¿Dime, sally, cómo podría tratarte de la forma en la que mencionaste anteriormente?
