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¡Tak... Tak..! ¡TAK!
El chico se sobresaltó cuando el tercer golpe se escuchó en la ventana, si su padre lo escuchara estaría recibiendo puñetazos mientras le sostenía contra la pared a la vez que le reprendería por no ser un buen muchacho y no estar rezando por su salvación; a fin de cuentas su padre solo buscaría una excusa para darle una paliza.
Con rapidez Travis se levanta del piso para acercarse a abrir la ventana y ver quien se atreve a intentar ocasionarle problemas, pero al asomarse no puede ver a nadie en el patio delantero de su casa por lo que se aleja de la ventana para cerrarla nuevamente, coloca las manos sobre el marco de madera y justo cuando está dispuesto a bajarle una mano detiene la ventana haciendo que Travis se asusté y caiga hacia atrás mientras intentaba alejarse de la mano.
— ¡¿Qué-?! — Alarmado y encogido intentaba arrastrarse hacia atrás.
El dueño de esa mano se dejó ver mientras entraba por la ventana hacia el cuarto del chico moreno.
— ¡Uf! ¿te asusté? te ves más muerto que vivo, en fin ¿Sabes cuánto tiempo llevo allá afuera? —suspira mientras se acomoda la negra chaqueta de aviador— Si hubiese sabido que tardarías tanto, habría forzado la cerradura de la puerta trasera.
Travis aún en shock ve como el chico se lanza sobre su cama con los brazos extendidos.
— Bueno, mi padre tenía razón, eres un delincuente juvenil —refunfuña enojado mientras se levanta del suelo y le lanza una mirada recelosa.
— ¿Te parezco un delincuente, Phelps? —sonríe con aires de suficiencia.
— Irrumpiste en mi casa por la ventana y dijiste que hubieses preferido FORZAR la cerradura de mi puerta trasera, así que sí, eres un delincuente; además ¿No tienes un espejo en tú casa?—hizo una pausa— No, retiro la pregunta, claramente no tienes un espejo en tu casa a juzgar por como luces.
El de piel morena caminó hacia la silla que se encontraba cerca de su escritorio, moviéndola para quedar viendo hacia tu dirección cuando se sentara.
— ¿Eh? ¿Qué tiene de malo como me veo? —sonaste bastante ofendido mientras te sentabas con la espalda recta sobre la cama.
Travis suelta una carcajada despectiva.
— ¿Y todavía preguntas que está mal contigo? que descaro.
Te levantas y caminas amenazante hacia el rubio, cruzas los brazos cuando estás justo frente a él y lo miras desde arriba con desdén, haciendo sentir a Travis muy pequeño sobre su asiento.
