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Ya ha pasado una semana, y eso solo quiere decir una cosa, quedan menos de tres horas para que me meta en el avión, lo que también quiere decir que en menos de 15 horas estaré en Estados Unidos.

Ahora mismo mi padre está metiendo mis maletas en el coche, y mi madre se está asegurando de que esté todo listo, mientras yo estoy a punto de llamar a Carla ya que vendrá con nosotros al aeropuerto a decirme adiós, ¡ahh! esa es la peor parte, no me gusta nada despedirme de la gente y se me da muy mal, otro de los motivos por los que no me quiero involucrar con mucha gente de mi instituto nuevo, aun y que se que es algo que al final no podré cumplir ya que estaré allí nada más y nada menos que dos años... madre mía; he estado tan centrada en otras cosas, que me he acordado de que en menos de 24 horas, mi mayor sueño se va a hacer realidad, llevo media vida pensando en ello, y se va a hacer realidad...

- ¡Delia! - grita mi madre sacándome de mis maravillosos pensamientos

- ¿Qué? -

-Ya está todo en el coche, ves saliendo-

- ¡Voy! - respondo gritando para que me escuche.

Una vez estamos los tres en el coche y le he mandado un mensaje a Carla para decirle que en 5 minutos estaremos en su casa nos dirigimos a buscarla. En cuanto llegamos, nos estaba esperando en la puerta de la entrada, y al vernos entrar en el coche corriendo.

-No hace falta que corras, hija mía que tarde no llegamos, aún quedan.... - dejó la frase al aire para mirar en mi móvil que hora era, y me doy cuenta, de que aún quedan dos horas para que salga el avión y de golpe me vuelvo para mirar a mi madre y preguntarle:

- ¡Mamá! ¿Por qué vamos al aeropuerto si aún quedan 2 horas para que salga el avión? -

-Hija, dos horas son poco créeme, con todo lo que tenemos que hacer...-

- ¿Pero qué dices? ¿Qué vamos a hacer dos horas esperando? -

-Ya verás que al final no nos sobrará tiempo así que relájate- al escuchar lo último me pongo a reír tanto que hago que los tres me miren como si estuviera loca, y lo cierto es que relajarme es lo único que no soy capaz de hacer hoy.

Media hora más tarde llegamos al aeropuerto, y tardamos quince minutos en encontrar sitio para aparcar; creo que empiezo a darme cuenta de lo que quiere decir mi madre. Una vez dentro hacemos una cola larguísima para facturar mis maletas y cuando ya estamos, solo queda media hora para que salga el avión.

Quince minutos después, una señora suena por el megáfono y presto atención a lo que dice dándome cuenta de que está llamando a los pasajeros de mi vuelo y los cuatro nos levantamos de golpe; todos me miran a mi y solo quiere decir una cosa... es hora de la despedida.

Primero me acerco a Carla la cual empieza a llorar en cuanto le doy un abrazo.

-Te voy a echar tanto de menos...- dice llorando sobre mi sudadera favorita

-No llores tonta, no es un hasta nunca... es un ¿hasta luego? - digo muy nerviosa, ¡ahhh! Que mal se me da esto...

-Tranquila ya lo sé, es solo que te quiero mucho- dice de una manera muy comprensiva ya que sabe con estas cosas no se me dan bien

-Yo también tonta- le digo abrazándola más fuerte

Nos separamos del abrazo y me quedo mirando a mis padres, los dos derramando lágrimas que si no paran pronto inundarán el aeropuerto.

-Ven aquí pequeña- dice mi padre sollozando, a lo que yo me acerco y les abrazo muy fuerte a los dos quedando en medio en plan sándwich

-Te queremos un montón Delia, disfruta al máximo de esta oportunidad, ¿de acuerdo cariño? -

-Claro mamá, yo también os quiero -

-Ten cuidado, ¿vale? - dice mi padre con un tono entre preocupado y cariñoso

-Tranquilos que lo tendré- y dicho esto les doy un abrazo a cada uno otra vez y me dirijo a la puerta de embarque y le doy mi pasaporte a la azafata de la entrada. Unos segundos más tardes me lo devuelve y me dice con una sonrisa muy cariñosa:

-Que tengas un buen viaje- a lo que yo asiento y me dirijo al avión, y tras varios intentos de encontrar mi asiento, al fin lo encuentro al lado de una ventana, y por suerte no veo a ningún niño pequeño cerca de mí, va a ser un vuelo muy largo y lo que menos me gustaría es que hubiera un niño pequeño dando una pataleta porque tiene hambre o algo por el estilo.

Cuando por fin estoy sentada no puedo parar de pensar que cada vez estoy más cerca de cumplir mi sueño, y mientras las azafatas explican lo que se tiene que hacer en casos de emergencia, a lo que yo no presto atención, no puedo evitar sentirme muy feliz.

Ya han pasado más o menos cuatro horas desde que el avión salió de España, lo que significa que todavía quedan ocho; durante este tiempo, he visto dos películas de Netflix y he dormido una hora y media.

Como aún queda mucho para llegar no puedo evitar pararme a pensar en cómo será mi familia de allí, en el instituto, solo me han dicho que son una familia fantástica y que tiene una hija de mi edad y que además va a el mismo instituto al que iré yo, lo cual me deja un poco más tranquila, pero el pensamiento de que en verdad no me caigan bien o viceversa sigue allí durante todo el trayecto; y en un abrir y cerrar de ojo estoy en ¡ESTADOS UNIDOS!

Pero de golpe es emoción se me va de golpe, no tengo ni idea de a donde tengo que ir, y me entra el pánico, en teoría me viene a buscar es supuesta familia, pero ¿y si se han olvidado? Ellos no saben como soy ni yo cómo son ellos, ¿cómo los voy a encontrar?

Con todas esas preguntas en mi mente, salgo del avión y persigo a todo el mundo, lo que me lleva a la recogida de maletas, lo cual se que tardará un buen rato así que decido mandarle un mensaje a mi madre diciéndole que acabo de llegar y que estoy bien, y en cuanto veo que mis maletas salen las cojo y me dirijo a la salida, y al sacar la cabeza por la puerta, veo un cartel con letras muy grandes en el que pone DELIA y a tres personas detrás de él y de golpe la calma invade mi cuerpo, están allí y yo estoy en ¡ESTADOS UNIDOS!

¿Qué voy a hacer contigo?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant