Tres

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El sonido lejano del hip hop ambienta el lugar, la noche nos ha dejado y la madrugada se abre paso entre la oscuridad. Las luces neón de los edificios parecen intensificarse. Los trenes dejaron de sonar y los moteles están en su punto exacto.

La ciudad parpadea, como si el ser gigantesco que es la ciudad comenzara a quedarse dormido.

Las cosas dentro del café no han cambiado mucho. Prestamos atención al lugar nuevamente, la mujer que ha entrado antes, ahora descansa en las primeras mesas del local, ella bebe una taza de café y su hija, quien permanece sentada frente a ella, come una tarta de fresas con un vaso de leche.

La mujer, parece ocupada, ella está hablando con alguien por el teléfono, no sabemos con quién, así que prestamos atención.

- Las estaciones han parado y no tengo el suficiente dinero para tomar un taxi.

Por los repetidos movimientos de manos que la mujer hace y el ceño fruncido que adorna su rostro, intuimos que esta molesta o al menos enfadada.

La niña no parece estar al tanto de la situación, ella juega con sus pies que apenas y tocan el piso. Da golpecitos a las patas de las sillas cada cinco segundos.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Golpe.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Golpe.

Ella, de pronto, deja de hacerlo. Levantamos la vista de los pequeños pies y observamos el rostro de la niña. Es, por lo que sus rasgos dan a entender, asiática, tiene ojos pequeños y rasgados, nariz pequeña y redonda, boca larga y delgada. Su cabello es negro y liso, largo y un poco enmarañado.

Nos damos cuenta de que ella a virado la cabeza, ella observa algo, a alguien.

Miramos en su dirección, tras la barra esta Lapis, se ata nuevamente la coleta, probablemente se ha ido desvaneciendo debido a su cabello corto.

Lapis deja de hacerlo y mira a la niña de vuelta. Tiene una expresión extraña en su rostro, nos damos cuenta de que sus labios se fruncen suavemente.

Volvemos la mirada a la niña, ella mantiene la mirada y no parece tener ninguna expresión en su rostro. Su rostro se ve duro, como una piedra.

El sonido de la silla frente a la niña nos llama la atención, la mujer se ha levantado, bebe un par de tragos al café y sin dejar que la niña termine el pastel, le toma la mano y la lleva hasta Lapis.

La mujer paga, ella da la cantidad exacta, vemos como sus manos finas ponen el dinero sobre la barra y con una sonrisa arrugada se despide de Lapis.

La niña imita la misma sonrisa que su madre y se gira para no mirar atrás nuevamente.

Cuando escuchamos la puerta cerrarse, ponemos toda nuestra atención en el el reloj que cuelga de pared.

12:58

El tiempo ha cambiado rápidamente.

Una vez que comprobamos la hora, avanzamos hacia Lapis, ella está limpiando la mesa que anteriormente ocuparon la mujer y la niña.

Retira los platos y se regresa a la barra, cruza una puerta y ahora lleva todo al fregadero.

Vemos como el agua corre, Lapis ha abierto la llave y deja que el agua fría cubra los trastos.

Miramos a Lapis, ella parece concentrada en lo que hace, no hay o parece no haber nada más pasando por su cabeza.

El reloj suena nuevamente.

Anuncia la una de la mañana.

También, en el silencio de la soledad escuchamos la campanilla que anuncia a un nuevo cliente.

Volvemos a Lapis, sin embargo, ella ya no está, el fregadero está vacío y el agua a dejado de correr.

Salimos, buscamos a Lapis, ella está ahí, tras la barra, mirando a la chica que ha entrado.

-Hola - La chica saluda felizmente a Lapis, ella lleva puesto el mismo delantal que Lapis, por lo que debe ser empleada de ese lugar.

-Hola - escuchamos la voz confusa responderle a la chica.

-Se que es raro - la chica le responde - pero ya no he podido alcanzar el último tren y como no quiero ir a un motel o pagar un taxi, pensé que sería bueno quedarme a trabajar contigo en el turno.

Lapis asiente, ella parece ser comprensiva.

Observamos que la chica mira hacia el reloj. Una con diez.

- Ve a tomar un descanso - le ofrece a Lapis - yo atendere las próximas dos horas.

Lapis parece dudarlo, no porque desconfíe de ella, si no porque aún no se siente cansada. Ella piensa un momento, está hambrienta, sabe que podría comer cualquier cosa del lugar, pero los pasteles no son lo suyo.

-Esta bien - responde - iré a la tienda de conveniencia y volveré.

Lapis se dirige a la sala de empleados, nosotros la seguimos.

Dentro, se quita el delantal y procede a ponerse una cazadora negra.

Ella sale del local y hunde sus manos el los bolsillos de la cazadora, camina rectamente, cruza la calle apenas concurrida y vemos como el azul de su cabello se tiñe aún más intenso bajo la luces de un cartel de publicidad.

A lo lejos, un grupo de jóvenes toman algunas cervezas bajo otro anuncio, uno de ellos parece improvisar algún canto, mientras que una chica mira ansiosamente su celular.

El sonido de una puerta nos roba la atención, es Lapis quien ya ha entrado a la tienda. Nos adentramos al igual que ella y miramos todo a nuestro alrededor.

Un joven de unos veinte años está tras la caja registradora, onea una revista de deportes, así que no presta mucha atención a Lapis.

Nos levantamos sobre los estantes y observamos a Lapis tomar unos fideos instantáneos junto a una cocacola fría.

Ella, Lapis. Camina directamente a la caja registradora. El chico y ella sólo se dedican a pagar y atender.

- ¿Puedo usar el baño?

Lapis pregunta y el chico asiente, señala con el dedo y nosotros vemos en dirección al baño. Lapis entra y lo primero que hace es lavarse las manos, pronto, ella saca u frasco de pastillas, vierte una tableta verde en su mano y se la lleva a la boca.

Se pasa la pastilla sin problemas, vemos el frasco y leemos el nombre de un antialérgico, ella parece sufrir de alergias.

Una vez que ha terminado. Se lava las manos nuevamente y se moja un poco la cara. Lapis levanta la cabeza y observa su reflejo detenidamente.

Las luces opacas forman sombras en el rostro de Lapis, nos damos cuenta de que ella tine pequeñas ojeras colgando.

Pronto, Lapis cerca su rostro y sale del baño.

Lapis se ha ido, las luces del baño se han quedado encendidas, el agua también dejó de fluir, todo parece intacto.

Pero hay algo, algo se quedó.

Miramos detenidamente el espejo, el reflejo de Lapis sigue ahí, su rostro, parece más neutro que antes.

Lapis nos mira, el reflejo de Lapis nos mira detenidamente, o al menos así parece.

Dejamos el baño y descubrimos a Lapis fuera de la tienda. Ella se ha topado con alguien.

El cabello rubio enmarañado que ella y nosotros hemos visto en la noche nos hace entender que es la chica extraña.

El reloj de la tienda suena y ahora marca las dos de la mañana.

- Te encontré.

Lapis no sabe que decir ante esas palabras.

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⏰ Last updated: Mar 23, 2020 ⏰

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La chica del café Where stories live. Discover now