CAPÍTULO XVIII

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UN DÍA EN EL CLUB

El club es como un santuario para los ricos. La gente exhibe su derecho de admisión como un trofeo, porque de cierta manera, allá afuera no encuentran la misma protección que aquí dentro donde todos pertenecen a un mismo círculo social y todos buscan los mismos intereses.

Recuerdo el día que vine a este lugar, con el único propósito de proteger los intereses del que hoy es mi prometido, y en ese entonces era mi jefe. Estaba tan angustiada que no me importó pasar por encima de las reglas, tampoco me importó no ser bienvenida. Estaba acostumbrada a no encajar en ningún lado.

Ahora estaba aquí porque don Armando me había traído, a mí nunca se me hubiera ocurrido regresar, a pesar de que ahora tenía los medios para comprar mi derecho de admisión.

Mi cabeza soñadora se imaginó tantas cosas en este lugar, y ahora todo eso lo podía hacer realidad y lo hice: traje a mis padres conmigo ese día, tal y como lo había soñado. Faltaron las del cuartel, pero me había propuesto traerlas en otra oportunidad.

-Mija, ¿y usted ya había estado aquí, verdad? –me dijo mi mamá.

-¿Cómo lo sabe? ¡Ah, claro, el diario, usted leyó mi diario!-

-Ay, Bettica, mija. No me guarde rencor por eso.

-No, mamá. Fresca que ya eso es historia. No podría seguir molesta por eso.

-Este lugar es otro mundo, mija. Si hubiera sabido que era así de lujoso, me compraba un vestido nuevo.

-Está perfecta así. ¡Se ve divina!- le dije, y era cierto, mi mamá era una mujer de andar recto, de modales. Ella era sencilla pero con presencia.

Mi papá se había ido con don Armando al campo de golf a ver jugar y nos había dejado a mi mamá y a mí debajo de la terraza tomando tintos.

- Yo ya compré la membresía, pero si le digo una cosa, es la primera vez que dejo a un lado mis escrúpulos de financiera. Es un dineral lo que cuesta este lugar.

-Mija, yo sé que usted es una muchacha sencilla, que no le interesan las banalidades, pero ahora que se va casar con un hombre como el doctor Mendoza, eso implica que va frecuentar lugares como este.

-Lo sé. Mentiría si dijera que estos lugares no me gustan, pero realmente me parece un despropósito lo que cuestan.

Al cabo de unos minutos, don Armando y mi papá llegaron a almorzar. Venían muy animados. Don Armando venía con el traje blanco de equitación.

-¿Vas a montar?-Le pregunté.

-Sí, mi amor. Después que almuerce algo ligero, voy a montar. ¿Quieres venir?

Yo me reí como una niña tonta al ver lo hermoso que lucía de blanco, y al imaginarme lo ridícula que me vería yo montando a caballo.

-No. No me arriesgo, porque yo no sé montar a caballo. Desde las gradas está bien.

-Pero, Betty, mija, en este lugar le enseñan a una.

-No me venga de alcahueta, Julia. La niña nunca se ha montado a un caballo, ¡no ve lo peligroso que es eso!

-No, don Hermes, créame que aquí los caballos están entrenados, son caballos dóciles, perfectos para que Betty aprenda a montarlos.- dijo don Armando.

- ¡Anímese, mija! Aproveche que tiene a un novio que es un gran jinete.

Entonces no pude evitar que mi cabeza loca se volara en un sueño.

YSBLF_El Noviazgo (Ira Parte)Where stories live. Discover now