CAPÍTULO XVII

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EL DEPARTAMENTO DE ARMANDO MENDOZA

Llegó el fin de semana. Ese sábado por la mañana don Armando llegó a mi casa porque mi papá lo había invitado a jugar a las cartas. Yo prefería observar, aunque en esta ocasión quise jugar, y me fue bastante bien.

-Vea, la niña tiene la astucia del viejo Lázaro Pinzón, acaba de aprender a jugar cartas y ya nos ha ganado dos veces seguidas, doctor. –dijo mi papá con orgullo.

Después de jugar a las cartas, mi papá se entretuvo poniendo tangos y boleros. Don Armando y yo nos quedamos a escuchar, porque mi papá no se quedaba quieto ni callado, a él le gustaba contar las historias que había detrás de las canciones.

Don Armando se quedó una hora en el sillón, con mi mano entrelazada en su mano derecha, mientras en la izquierda sostenía el vaso de whisky. Su rostro era relajado, me susurraba de vez en cuando cosas al oído y yo le respondía.

-Hace unos meses podría haberme parecido una tortura estar aquí sentado, escuchando tangos y oyendo hablar a su papá del viejo Lázaro Pinzón, pero ahora me parece algo muy genuino y entrañable su familia, Betty.

Mi mamá estaba sirviendo pasa bocas en ese momento y le dijo a mi papá.

-Mijo, deje de ser tan cansón, mire a Don Armando cabeceando del sueño porque usted no para de hablar sobre lo mismo.

-¡Julia! En boca cerrada... ¿lo estoy aburriendo, doctor? ¡¿Lo estoy aburriendo?! Pero si las historias del viejo Lázaro son de lo más entretenidas.

-Ellos son novios, quieren privacidad, y usted no los deja tranquilos.-dijo mi mamá.

-El doctor conoce bien las reglas de esta casa. La visita se hace aquí en la sala y no a puerta cerrada. Fuera de esta casa tienen más tiempo para hacer cualquier cosa. ¿Qué más quieren que esa libertad?

-Solo falta que usted también ande siguiendo a los muchachos en la empresa.

-¡No me desautorice, Julia! Últimamente está muy altanera, ¿no tiene nada que hacer en la cocina?

-No se preocupe, doña Julia, Don Hermes y yo ya hablamos sobre las condiciones, y las respeto. Pero tiene razón, me estoy quedando dormido, es por el cansancio y los tragos.

-Mi amor, ve a descasar. –le dije.

-Le pedimos un taxi doctor, si no se siente en disposición de manejar. –ofreció mi papá.

-No, don Hermes. Puedo manejar perfectamente. Solo fueron tres tragos.- se levantó del sillón. Yo lo acompañé a la puerta. Se despidió de mis padres y después de mí con un beso dulce en la frente. Yo lo abracé por el cuello y le susurré: "Me llamas cuando llegues". Cerré la puerta hasta que el carro se perdió de vista.

                                                                                         &

Don Armando estaba sentado en medio de un claro, con unas vestidura blancas, su rostro parecía que resplandecía debajo del sol, como si estuviera envuelto en una burbuja de magia. Me estaba hablando pero su boca no se movía, era todo telepatía.

"Beatriz, deme su mano", me dijo. Yo obedecí y me senté a su lado, en ese momento me di cuenta que ambos emanábamos energía de nuestros cuerpos. De pronto, ya no estábamos sentado en el claro bajo el cálido sol, estábamos sentados en una enorme roca, debajo de una cascada. El agua nos mojaba los pies; vi sus pies y los míos. Entonces el metió adentro de la cascada su mano con la mía, con las palmas hacia arriba, y el agua golpeó mis tendones con una fuerza arrolladora, pero relajante. Al poco tiempo, atrajo nuestras manos fuera de la cascada, y bebió del agua que mi mano había recogido, absorbió el agua de mis dedos, y luego yo hice lo mismo.

YSBLF_El Noviazgo (Ira Parte)Where stories live. Discover now