- No estoy seguro de que eso sea legal. – Angel, Vaggie, Alastor y Charlie, subían las mochilas al auto mientras echaban miradas indiscretas hacia el lago.
- ¿No es una broma entonces? ¿En verdad te pidió su mano? – Charlie abrazó a Alastor por la espalda y soltó una risita.
- Pues lo pidió muy formalmente, y además se les ve muy felices. ¿No les parece? – Alastor tomó a Charlie de las manos y rozó su nariz con la de ella.
Al fondo, junto al agua, Monique y Harold caminaban de la mano, riéndose y besándose de tanto en tanto.
- ¿Y luego? – Angel comenzaba a perder interés en el asunto.
- Se irán a Los Ángeles para que ella entre a la universidad. Y, bueno, lo que pase después ya será cosa de ellos.
Harold y Monique se despidieron emotivamente y fueron los primeros en partir.
- Sabremos de ellos muy pronto. – Charlie observó el camino por el que el Porsche rojo se perdía en la lejanía.
Vaggie y Angel decidieron pasar el resto de la mañana en su cabaña. Asi que Alastor y Charlie aprovecharon para desayunar juntos en el café, antes de que fuera hora de hacer el Check-out.
Alastor pidió el desayuno y se acercó a Charlie, que había decidido volver a meter los pies en el agua, sentada en el muelle.
Soplaba el viento helado, pero el sol pegaba con fuerza sobre la nieve, derritiéndola de la zona superficial y congelándose en seguida, dando como resultado una capa de hielo resbaladizo encima de toda la blancura.
Charlie suspiró y su aliento se quedó suspendido en una nubecilla frente a su rostro. El agua quemaba sus pies, pero ella no hacía caso, pues una leve y agradable alucinación, se manifestaba justo en ese momento alrededor de sus tobillos.
Los pececitos, de un color rojo encendido, hacían piruetas y pequeñas figuras, en un ritmo armonioso. Sonrió.
Por las vibraciones bajo su cuerpo, supo que alguien había comenzado a andar sobre el muelle.
- Alastor. – Sus labios articularon su nombre sin dejar de ver el agua y los pescaditos.
La vibración en la madera se sentía cada vez más, y aguzó el oído para distinguir el sonido de las botas de nieve que Alastor se había visto forzado a comprar, por el clima.
Pero en lugar del sonido cadencioso de su caminar, el chapoteo errático y el frufrú del arrastre de algo pesado, fue poco a poco en aumento.
Charlie sabía que no debía darse por enterada de la presencia de esas cosas. Y que lo único que debía hacer era resistir y esperar una buena excusa para levantarse y pasar de largo a lo que fuera que estuviese acercándose.
El olor de algo podrido y húmedo inundó su nariz.
Los pececitos rojos aumentaron la velocidad con la que giraban alrededor de sus tobillos, acercándose más a su piel. Charlie incluso podía sentirlos. Eso nunca había pasado.
El olor era nauseabundo e insoportable. Tenía que mantenerse impasible. Tenía que aguantar.
La fricción de su propia alucinación le quemaba la piel. ¿O era el frío del agua? Charlie se agachó para ver sus pies y su reflejo.
Sus tobillos sangraban y de la sangre surgían mas pececitos que se unían a la danza del dolor.
En su reflejo, el gesto de Charlie continuaba neutral, como si nada pasara. La cosa que reptaba sobre el muelle estaba justo detrás de ella. Jadeaba y gruñía por el esfuerzo de arrastrarse.
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Hear Me Out (Chalastor)
SpiritualHoli. Este es un proyecto extraño. Tratandose de mi ship favorito, me he entretenido mucho en las últimas tres historias, pero siento que esta será un poco diferente. Por supuesto que tendrá lemon y es que el sexo, fuera de leerlo por morbo, se deb...