Parte 5: Penumbra

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-¿Alastor? ¿Estás bien? –

Angel acaba de sentarse junto a él frente a la mesita del café. El departamento de Charlie estaba calientito y el olor de los panqueques inundaba lentamente la habitación.

Hincados en la alfombra, Alastor se había perdido mirando a la nada. Estaba exhausto.

Una semana entera había pasado desde el beso en el club.

Una semana de intentos fallidos por seducirla. Mientras la confianza de ella aumentaba y se iba soltando poco a poco.

Alastor no había tenido una cita en todo ese tiempo. Y su cuerpo ardía en deseos de una mujer.

- ¡Alastor! – Angel lo sacudió y notó que algo andaba mal.

- ¿Algún día dejarán de gritarse? No dejaré que coman panqueques si no dejan de... - Charlie traía en las manos un cesto con panqueques envueltos en una servilleta de tela con estampado de manzanas.

Dejó las cosas en la mesita del café y se volcó sobre Alastor. El volvió de su ensoñación, pero por un momento, creyó seguir soñando. Charlie hizo que sus frentes hicieran contacto para comparar temperatura y estaba demasiado cerca.

Le tomó la barbilla y la jaló hacia sí.

Charlie acababa de notar que tenía fiebre y que sus ojos estaban más húmedos de lo normal. Esperó a que Alastor dejara de besarla, y le ofreció un panqueque con jalea de maple y un cuadrito de mantequilla encima.

Alastor ya estaba en la fase de resignación, y agradecía que Charlie lo dejara besarla. Aunque sabía bien que ella no se lo tomaba en serio.

Aceptó el panqueque y notó que su garganta dolía un poco al deglutir.

- Ay Alastor... debe ser por la lluvia de hace una semana. – Charlie suspiró mientras colgaba el teléfono.

- Le he llamado a la Doctora Rosie, vendrá en seguida a examinarte. – Le acercó una taza de café tibio. Y lo observó con preocupación.

"Es tan linda..." La mente de Alastor estaba muy dispersa y comenzaba a soltarle aquellas ideas raras como de colegiala enamorada.

- Charlie... - Ella se acercó y volvió a ponerle una mano en la frente.

- Creo que la fiebre ha empeorado. Te traeré una compresa fría. – Intentó ponerse de pie, pero no pudo liberar su mano del agarre de Alastor.

Se inclinó de nuevo y se sentó a su lado.

- Gracias Charlie... - Su voz era débil y la mano que sostenía la suya, apenas tenía fuerza.

Alastor llevó la mano de Charlie hasta sus labios, y se la besó brevemente.

Angel masticaba un panqueque mientras los observaba desde el otro lado de la mesita del café.

La situación era para llorar. El pobre tonto desplegaba su cariño y atenciones, aún en este estado. Pero Charlie, completamente fuera de sintonía, y se lo tomaba como algo inherente a su persona, y continuaba su vida como si nada.

Suspiró y se puso de pie para abrirle la puerta a la enigmática mujer que aparecía en sus vidas cada que su salud menguaba, con una jeringuilla en su botiquín, lista para atacar.

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La doctora Rosie me aplicó una inyección y conversó con Charlie y Angel unos momentos, acercándose después para darme una palmada en la cabeza y despedirse de mí con una de sus celebres frases incómodas.

Hear Me Out (Chalastor)Where stories live. Discover now