Parte 13: Espejo de Agua

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Charlie despertó al día siguiente, su cuerpo se sentía ligero y fresco. Su mano no dolía más, y la inmovilización era apenas perceptible.

Notó en seguida la ropa de hospital y se quedó pasmada mirando el derredor. No reconoció el entorno. Su cuerpo descansaba sobre un sillón de una sala con un ventanal a su derecha, con persianas cerradas. Sintió la tela áspera de las sabanas en su mano.

Estiró los brazos y su vista se nubló un poco, mientras lentamente unas figuritas se asomaban de entre los pliegues de las sábanas.

Parecían peces, y daban vueltas lenta y cadenciosamente sobre su cabeza, mientras ella sonreía.

La doctora Rosie simulaba dormitar en el sillón de enfrente. Evaluaba las alucinaciones colectivas que se originaban de ella, y lo que estaba por pasar.

Charlie no había reparado en que Alastor dormía profundamente en el sillón reposet a su espalda.

El peso de Vox, cuya cabeza reposaba a sus pies, la distrajo de su ensoñación.

Los peces se acercaron al joven doctor y volaron sobre su cabeza, adoptando un color azul neutral y agradable.

Se acercó y le acarició el cabello, negro y suave. Vox, aún dormido, se removió incómodo por la posición, y alcanzó la mano de Charlie acercándola a sus labios.

Los peces dejaron de girar armónicamente sobre su cabeza y se arremolinaron en desorden, al tiempo que la cara de Charlie se encendía por la sorpresa.

Se soltó en seguida y se incorporó del sillón.

Fue entonces cuando reparó en Alastor.

Los peces se tornaron rojos y más alegres, pero Charlie ya no les ponía atención.

Se acercó lentamente a él y estudió su rostro y la postura relajada del sueño. Extendió su mano izquierda para intentar tocarle el rostro, pero la inmovilización se lo impidió.

Los peces comenzaron a caer, como hojas de otoño, convirtiéndose en cenizas al tocar el suelo.

Charlie retrocedió asustada, mientras una nueva alucinación, alargada y espeluznante, con la forma de un hombre con cabello rojo alborotado, se acercaba a ella hasta acorralarla.

Alastor seguía durmiendo. Rosie se puso de pie y avanzó rápidamente para interponerse entre Charlie y la figura.

La tomó de los hombros, como lo había hecho hacía tantos años. Y le habló en voz baja y clara.

- Charlotte Magne, abre los ojos. Esto no es real. Lo estas haciendo tu. – Ella frunció el ceño, contuvo la respiración y asintió con fuerza.

Pero la figura alta y pelirroja seguía ahí. Ambas podían verla.

Rosie estiró la mano para intentar tocarla.

Nada.

Rosie suspiró y le indicó a Charlie que volvería a inyectarla, pero una dosis menor.

Ella asintió y se dejó sentar de nuevo en el sofá, en donde se estuvo tambaleando, indiferente al medio.

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El agua estaba helada.

En la mente de Charlie lentamente cayó en cuenta, de que después de todo, era una mala idea nadar en el lago Herb Parsons a la mitad del invierno. El lago no estaba congelado, aunque poco faltaba.

Pero algo había en esa sensación quemante en la piel, que la instaba a sumergirse por completo.

Angel y Vaggie ya iban muy adelante, y se les veía a la mar de felices echando carreras dentro del agua, sin inmutarse por la temperatura.

Hear Me Out (Chalastor)Where stories live. Discover now