–Gracias.– volvió a susurrar, revolviendo algo de mi cabello en el proceso. Asentí otra vez y volví a mirar hacia el frente, concentrándome en la clase de física.

¿Y si le conté cosas que no debía?

Gruñí un poco debido al amargo sabor que me dejaron mis pensamientos. Me había pasado todos estos días pensando en mis acciones respecto al día del helado y cada vez quedaba más desesperada y triste. La conclusión a la que siempre llegaba era que quizás lo asusté al contarle sobre cuánto quería a Ricky o sobre la vez que me caí y la costra de mi rodilla tenía forma de corazón.

Ay no. Quedé como una tonta.

Es que quizás sí soy tonta.

Suspiré y anoté la ecuación que el profesor había escrito en la pizarra con algo de pereza. En ese momento ni mis lápices de gel con brillitos y aroma me animaban, y eso que estaba usando el de fresa, el que olía más rico.

Ay.

Para cuando la campana sonó y con ella inició la hora de almuerzo, yo ya estaba oficialmente triste. Esperé a Marcos en la salida y juntos fuimos hasta la cafetería, donde Katie nos estaría esperando.

–¿Te sucede algo, Cass?– Marcos apoyó una de sus cálidas manos en mi antebrazo, provocando que yo me detuviera en medio del pasillo. Enganché mi brazo al suyo y caminando le conté sobre mi día de helados con Finn.

–¿No deberías estar feliz? Es tu crush después de todo.– frunció el ceño y ladeó su boca en una mueca de confusión. Suspiré y asentí, aún triste.

–Es que creo que lo asusté. Le conté sobre Ricky y sobre la costra...

–¿La que tenía forma de corazón?– inquirió, mirándome fijamente a los ojos. Asentí en silencio y él esperó a que siguiera hablando.

–Así que creo que quizás lo asusté.– fruncí los labios y posé mi mirada en mis zapatillas, que estaban un poco sucias en la punta.

–¿Te dijo algo? ¿Se comportó raro, molesto, distante?– alzó sus cejas, atento a mis movimientos. Negué ambas veces y él rió en un suspiro.

–¿Entonces por qué crees que está asustado si nunca lo demostró?

Su pregunta me hizo borrar toda expresión de mi rostro, tratando de formular una respuesta concreta. ¿Por qué creía que estaba asustado? Bueno, porque...

Porque simplemente comencé a pensarlo y sabes que cuando una idea se implanta en mi cabeza, no sale en días.– bufé y señalé mi sien, consciente del punto de Marcos.

–Tienes razón, quizás no lo está. Oh no, he estado evitándolo por nada...– apreté con más fuerza su brazo entre mis manos, ansiosa debido a mi error.

Pobre Finn, quizás cree que me cae mal...

¿Has estado evitándolo? ¡Cass!– me reprochó él, con el ceño fruncido y una mirada cargada de desaprobación y diversión. Marcos siempre me entendía, incluso mejor que yo misma.

–Sí, perdón.– me encogí de hombros y forcé una sonrisa, tratando de que Marcos no se enfadara conmigo. Él bufó, rodó los ojos y pasó uno de sus brazos por sobre mis hombros.

–No te disculpes. Lo importante es que ahora sabes que él no está asustado, así que deja de evitarlo.– sacudió mi cabello con su mano libre, ganándose un manotazo en el hombro de mi parte.

–Gracias Mar.– le sonreí y apoyé mi cabeza en su hombro, agradeciéndole al universo por un amigo tan increíble como él.

Seguimos caminando hasta cruzar las puertas de la cafetería que a esa hora estaba atestada de personas hambrientas y de mal humor, personas muy ruidosas y hormonales. Nos sentamos en nuestra mesa habitual y esperamos a Katie, que se demoraría un poco porque la cancha estaba al otro extremo de la escuela y además tenía que cambiarse el uniforme.

ʜᴀɪʀ ᴄʟɪᴘs ♡ ғɪɴɴ ᴡᴏʟғʜᴀʀᴅWhere stories live. Discover now