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Verde.
El color de las plantas, el musgo, los panqueques de matcha, las manzanas verdes, las judías, el brócoli, la fuente con agua estancada de la casa de mi tío, los escarabajos de The Moonrise Kingdom, y los ojos de Harry Styles.
Hoy, era verde.
Porque hoy, no sentía nada en especial.
Hace unos días había tenido un pequeño encuentro con mi crush, Finn. Allí él me había dicho que Malcolm estaba enfermo, y que iba a regresar el día siguiente.
Pero no lo hizo. Malcolm no regresó.
Algo asustada, había juntado el valor suficiente para ir hasta la sala de música e interceptar a la única persona con la que me atrevía a hablar.
Había conseguido su Instagram entre balbuceos y murmullos avergonzados hacia la chica del grupo, Ayla, una guitarrista muy simpática y talentosa, que no me hizo sentir mal por estar nerviosa. Me dio su usuario con gusto y de hechoquedamos de juntarnos un día de estos para almorzar en la cafetería.
Cuando estaba en mi casa, me apresuré a subir a mi habitación. Luego de seguirlo y de que él me aceptara, le envié un mensaje, algo preocupada.
