ʜᴀɪʀ ᴄʟɪᴘs ♡ ғɪɴɴ ᴡᴏʟғʜᴀʀᴅ

Pink.

Cass.

Rosa.

El color de la goma de mascar, la Pantera Rosa, los cerditos, los flamencos, las flores de cerezo maduras, lo dulce, la juventud, y claro, las rosas rosas.

Hoy era rosa.

Acomodé otra vez mis clips, sentada en el auto de mamá. En la mañana, cuando ya estaba lista y frente a mi tocador, rosa parecía ser la opción correcta. Pero ahora, siendo bañada por la cruda luz blanca de la mañana, que entraba por la ventana del copiloto, me sentía menos colorida y más nublada.

Nublada, como esta mañana.

Al parecer va a llover, otra vez.

–Cass, tienes que bajarte.– mamá sacudió mi hombro y me miró extrañada. Seguramente estaba pensando y me quedé pegada.

–¿Estás bien, hija?– preguntó papá desde el asiento de atrás, dándome una corta mirada. Sus papeles estaban desparramados por todo el asiento, y estaba trabajando. Por eso quería irse allí.

–Sí, ehm... gracias, que tengan buen día.– esquivé sus ojos curiosos y me bajé rápidamente del auto.

Quizás llegar temprano me afecta un poco.

Caminé desde la esquina a la escuela, atenta a los posibles gritos de Malcolm. El día parecía ir de mal en peor, y no sabía ni porqué. En la mañana todo estaba bien, mi desayuno era delicioso y mis zapatillas eran del mismo color, al igual que mis calcetines. De un momento a otro todo se arruinó, y eso me molestaba.

Subí las escaleras con algo de pereza, teniendo sentimientos confusos respecto al clima, y odiando el sonido de la cortadora de césped del conserje, que se mezclaba con el de las bocinas de los autos a la distancia. El aire tenía ese toque eléctrico que caracteriza a la lluvia, y honestamente, ahora me agradaba.

La lluvia es linda.

Pero las nubes negras no tanto.

También tienen su gracia, todo tiene belleza.

¿Hasta la caca?

–Basta, Cass.– susurré para mí, mientras subía las escaleras. No había rastro de Malcolm y eso me entristecía. Era un chico agradable, y hacía más soportable la mañana, incluyendo la primera hora de deportes.

–¿Por qué hablas sola? Es raro.– escuché una voz detrás mío, provocando que pegara un salto de puro susto.

Casi me caigo de las escaleras y muero ante un desconocido.

–¡Bayas!– grité y posé una mano sobre mi pecho. Me había asustado, y por un momento casi pierdo el equilibrio.

Me di media vuelta, encarando al no tan amable ser humano detrás mío. Para mi sorpresa, se trataba de uno de los amigos de Malcolm, uno llamado Jack.

–Hablar sola no tiene nada de malo. Ayuda a resolver problemas, deberías intentarlo.–fruncí el ceño y me erguí, tratando de parecer segura y más formal.

Si supiera que me muero de miedo siempre.

–No creo que eso ayu...-

–Sí Jack, deberías intentar lo que propone la muy cuerda chica de los clips, sí.– interrumpió a Jack otra voz, algo más pastosa y ronca. Pertenecía al ser humano que subía las escaleras y se posicionaba al lado de su amigo, luciendo un hermoso suéter púrpura.

Bayas.

–¡Oye! ¡Estoy muy cuerda, mira, si hasta tengo zapatillas y calcetines del mismo color! Además, mis clips son muy especiales, y los colores no son elegidos al azar.– señalé mis pies y mi cabeza con mi mano derecha, tratando de demostrarle a mi crush que no estaba loca. Finn frunció el ceño cuando aumenté la intensidad de mi voz, y lo frunció más cuando le dije que el color de mis clips no era al azar.

–Bien, entonces dime, ¿por qué tus clips son de este color hoy?– levantó las manos hacia el cielo e hizo una mueca poco amigable, que gritaba "sarcasmo e ironía son el citoplasma de mis células".

–No te lo diré. Eres mi crush, pero no eres amable.

Diablos.

Al instante en que me di cuenta de lo que había dicho, desvíe la mirada y abrí mucho los ojos. Mi corazón comenzó a latir como loco, más de lo normal al estar cerca de mi crush, al que le había revelado, sin intenciones de hacerlo, que era mi crush.

Eso fue suicidio no intencionado.

–Mierda.– mascullé, fijando los ojos en los escalones sobre los que estaba parada, sintiendo cómo las manos me sudaban y la boca se me secaba. Al cabo de unos segundos posé mi mirada sobre él.

Finn estaba estático, con el ceño fruncido y la boca entreabierta. Me miraba como incrédulo, y también algo avergonzado, pero seguramente por mí y no por él. Jack sonrió discretamente, y desvió la mirada.

Confundida y muriendo de vergüenza, me di media vuelta y comencé a subir las escaleras, al principio lento debido a la cantidad de pensamientos revoloteando en mi cabeza, y después rápido, cuando la realidad se asentó en el fondo de mi estómago, y llevó toda la sangre de mi cuerpo hasta mis mejillas. Las piernas me temblaban con cada paso, y mi boca era el desierto de Atacama.

Mierda.

# c #

oooooooh :\

¿Cómo les va, preciosuras?

Hoy me dio por actualizar cosas, equisde

Una pregunta para conocerl@s mejor, cuándo están de cumpleaños? Yo cumplo 16 en unos días más, y si les soy honesta, ya no quiero crecer. Me asusta.

Mucho amor,

Silk.