Parte 3

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-Usted señor, usted- hablo siguiendo a un desconocido. El señor al que le hablaban le dio la espalda y siguió caminando sin embargo hizo peor la situación o quizás más fácil para aquel intruso que invadía la tranquilidad de los demás.

El voceador aprovecho que la persona fuera grosera, aunque se encontraba en las afueras de la ciudad, a orillas, antes de entrar, mientras aprovechaba la falta de seguridad, guardo silencio un momento y camino detrás de el. Dejo que el ciudadano, posiblemente hombre de Villa, se distraerá y siguiera su camino como si nada. O eso creyó.

-¡Usted también!- gruño tan pronto no había nadie más alrededor, asustó al ciudadano, alzo sus manos y cuando lanzo un arma, se clavó justo en la espalda del hombre que cayó al suelo, nadie había visto nada.

Arrastro al herido por el suelo, lo e alejo más del resto, y le escondió entre arbustos del bosque. Cuando llegó a su pequeño destino, miró a otros dos cuerpos más sobre el césped, y empezó lo que se propuso.

El sueño lo había ordenado, tenía que obedecer si quería volver a dormir.

Sangre, armas y polvo. Palabras extrañas fueron musitadas,  las mismas que había soñado, después de haber  investigado y leído cosas prohibidas. Cuando menos lo esperaba, ya tenía un triángulo formado en el suelo con los cuerpos de las personas que había asesinado, en medio de éste, estaba él y entré sus manos, sujetaba un pequeño caldero donde miraba un reflejo, no era el suyo, era el de un rey.

-Tel Aviv, volverá a ser de nuestro señor- dijo aquel hombre, y sonrió -Carne de su carne, sangre real y un cuerpo- siguió diciendo, palabras sin sentido que al final abrieron paso a más silencio y la oscuridad. Los cuerpos humanos en un instante se hicieron hielo, que se ocultó bajo la poca nieve que cubría el pasto y todo rastro de hechicería se desvaneció.

El lo había leído, lo había soñado. Cuando se fue a leer, a indagar en los libros prohibidos. Ese hombre descubrió historia que ya se había enterrado, que todos habían olvidado y juraron no mencionar. No querían que nadie supieran que algo, se podía hacer realidad.

El hombre se río, se sentía tranquilo. Sabia que solo tenía que terminar lo que había leído, lo que había soñado y descansaría en paz.

Así que robo un caballo y se marchó.

-¡Arre!- grito Giorno, emprendiendo su huida en plena madrugada, abrigándose con la capa negra para cubrirse por completo y salió galopando de ahí. Ya había armado una provisión emergente de comida, y el agua para el caballo había embotellado, mientras su espada colgaba ya de su cintura para protegerse ante cualquier situación.

<<Lo siento>> dijo en sus pensamientos, conservando el aliento contra el aire frío y emprendió la marcha hacia su destino. Era mejor que sus amigos no se arriesgarán con él en el viaje, sobretodo Mista, y si Giorno conseguía el perdón de su padre, no tardaría en enviar por ellos pero si fallaba, no tardaría en salir huyendo, yendo en busca de ellos, pidiendo perdón por haberlo intentado, por haber suplicado por sus vidas.

-¡Mista! ¡Mista!- gritaron a su puerta, el sueño pareció haber sido muy pesado pues hasta que decidieron entrar a la habitación, él despertó.

-¿Que sucede?- pregunto adormilado, que ni se percataba como estaba Bruno preocupado.

-Tenemos que irnos- dijo a su amigo, quien sólo se limpió el rostro con las manos, para hacerle saber al azabache que había despertado.

-Dijimos que nos marcharíamos cuando Fugo estuviera listo- contesto en medio de un bostezo y apareció Fugo, al pie de la puerta. Mista aun dormitaba con tranquilidad, que ni siquiera le notó.

-Tenemos que irnos Mista- dijo Fugo llamando su atención, y volvió su vista a Bruno -¿No le has dicho verdad?

-¿Decirme que?- pregunto Mista ante tal extraña reacción.

-Giorno se marchó- respondió Fugo, haciendo que Mista casi brincara de la cama, cuando apenas de disponía a ponerse de pie con tranquilidad.

-¿Como que se marchó? ¿Cuándo?- reacciono Mista rápidamente pero no hubo respuesta -¿Por qué no me dijeron antes?- reclamo al ver que los jóvenes no decían alguna palabra, pero fue Abbachio, quien apareció, y solo se atrevió a lanzarle el abrigo, dar media vuelta y caminar fuera de la habitación, mientras Bruno le siguio. Fugo se quedó de pie ante la puerta y mientras Mista se arreglaba, él solo se dedicó a mirarlo.

-Tú lo sabias, ¿verdad?- pregunto Fugo, mirando al muchacho sujetarse el abrigo -Sabias que Giorno se marcharía- continuo diciendo, a lo que Mista soltó un suspiro y se quedó totalmente quieto.

-¿Y tiene algo de malo?- respondió cortante, sin embargo Fugo no hizo reclamo alguno, y lo dejo solo en la habitación. <<Pero no creí que lo haría>> pensó, para sí.

Abbacchio estaba afuera con los caballos listos, y cuando Mista apenas salió de la puerta, los muchachos ya estaban esperándolo para partir. Dejaron la casa abandonada y emprendieron su marcha por el único camino que creyeron, sería el más creíble que Giorno habría tomado, aceleraron a todo galope y se cuidaron todos las espaldas, el uno al otro, de cualquier peligro que se pudiera aparecer.

Cuando ellos se habían marchado de Tel Aviv, era en plan de no volver jamás, solo era buscar otro pueblo y sea cual sea, vivir en él, como vivían antes. Construyendo cosas, arreglando otras, vendiendo y ayudando a la gente con sus dolores, siempre y cuando, cuidando que nadie supiera la verdad de Fugo.

Sabrá que más cosas podrían intentar el grupo hacer, para obtener dinero y también un lugar donde vivir, sin temor alguno de que los descubrieran de nuevo y tuvieran que correr, no culpaban a Fugo por ser diferente, pero tampoco lo iban a dejar morir solo. Eran amigos.

-¡Arre!- grito Bruno, acelerando la marcha a la par de Mista, quién iba en primer lugar, por detrás de él estaban Fugo y Abbacchio, quienes intentaban vigilar las espaldas, protegiéndose de la nieve que caía y las ráfagas de aire que a veces aparecían, intentando congelar la poca piel descubierta.

-¿Cuánto tiempo crees que nos tome alcanzarle?- alzo la voz Bruno, intentando hablar con Mista, quien seguía mirando al frente, no sabía que tanto pensaba exactamente, pero podría darse una idea de lo culpable que se sentía por su error. Maldita sea, Giorno

-Necesitaremos andar toda la noche- contesto, sin apartar la vista enfrente y arreo al caballo de nuevo, para que no bajara la velocidad.

-¿Toda la noche?- reacciono Bruno, al ver a Mista tan decidido -¡Ir así sería peligroso para los caballos!-

-¡Aunque sea peligroso, si queremos alcanzarlo no debemos parar!- respondió Mista, y acelero el paso de nuevo, dejando atrás a Bruno a la par de los otros dos chicos. Bruno, intento no perder la cordura como el pelinegro, se puso a la par de Fugo, y Abbacchio se quedo al final.

-¡Fugo!- hablo Bruno -Conjura algo, para que aguanten los caballos toda la noche- le ordeno a Fugo, terminando la conversación al no tener respuesta del chico de cabello blanco. Obedeció, y en silencio siguieron al chico que iba delante de ellos.

Sería un largo camino, por andar.

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Renaissance (GiornoxMista)Where stories live. Discover now