Introducción

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Era hace una vez, en el corazón de Francia, un joven y apuesto príncipe que vivía en un hermoso castillo.

Aunque tenía todo lo que deseaba su corazón, el príncipe era egoísta y arrogante. Compraba al pueblo para llenar su castillo con los objetos más costosos.

Y sus fiestas, con la gente más hermosa.

El príncipe bailaba con cada doncella en la gran fiesta, todas parecían dispuestas a ceder su mano ante el, todas le sonreían y anhelaban su toque o una mirada fugaz. La cantante daba serenata y ambientaba el romántico baile de las doncellas con el príncipe.

Parecia una de las tantas fiestas comunes que el podría dar, pero no.

Unos fuertes golpes en la puerta junto con los truenos detuvieron a los felices invitados.

Pero una noche, una inesperada intrusa llegó al castillo, buscando refugio de la helada tormenta.

Como obsequio, ofreció al príncipe una sola rosa. En desprecio por su andrajoso aspecto, el príncipe rechazo  a la mujer, pero ella le advirtió que no se dejara llevar por las apariencias.

Pues la belleza se haya en el interior.

Cuando la volvió a rechazar, la apariencia externa de la anciana se desvaneció, revelando a una hermosa hechicera, de largos cabellos negros y un vestido verde tan largo y elegante, dejando a todos estupefactos.

La gente huyó en todas las direcciones. El príncipe le suplico su perdón, pero era demasiado tarde.

Ya que la hechicera vio que no había amor en su corazón.  Y como castigo lo transformó en una horrenda bestia.
Coloco un hechizo sobre el castillo  y todo aquel que viviera ahí.

En lo profundo del bosque, en un castillo que lleva días, meses, años, sin que nadie llegue a el, tan vacío y sucio que sólo las hojas muertas de los árboles arrancadas por el invierno son quienes entran a las ventanas abiertas junto con el terrible frío de aquel bosque que ya ni recuerda la calidez del sol.

Y el mundo olvidó al príncipe y sus sirvientes, pues la hechicera había borrado todo recuerdo de ellos de la mente de sus seres amados.

La rosa que le había ofrecido en realidad era una rosa encantada

Si el conseguía amar a alguien y esa persona lo amaba también, antes de caer el último pétalo el hechizo se rompería.

En los grandes salones, los bellos cuartos y los pasillos ostentosamente decorado lentamente se llenaron de una gruesa capa de polvo que escondió su belleza a la vista de nadie.

Ahí en el gran salón, donde el piso era embarrado por la cera seca y sucia de las velas derretida, ahí en lo alto de la estancia, una polvorienta pintura se veía.

Una garras rasgaron el rostro del pequeño niño de la pintura, deformando la imagen que ya no quería ser vista por la bestia que ahora habita en aquel castillo que una vez, ah, una vez hace tanto tiempo fue brillante y magestuoso, tan delicioso al gusto que parecía mentira.

Si no, sería condenado a permanecer como una bestia por toda la eternidad.  Con el peso de los años se desepciono y perdió toda esperanza.

Pues quien podría aprender a amar a una bestia.

La Bella y la Bestia Where stories live. Discover now