MÍA

¡Muggles!

Gracias al aporte de sus subalternos, Harry había logrado obtener avances en la búsqueda del paradero de Astoria Greengrass, principal sospechosa de la muerte de Hermione Malfoy, de Susan Naldi y de la familia de Hassan Hagman; además se le atribuía la desaparición de Megara O'dowell y Ronald Weasley.

A los delitos anteriores, ahora también se sumaba el posible vínculo con el psicópata Gregory Goyle, sindicado como el atacante, raptor y violador de Daphne Greengrass. Todo era coincidente por lo cual las pesquisas daban con que ambos estaban coludidos, ya que el día del sepelio de Hermione Malfoy, Goyle fue visto en ese lugar, luego de años de reclusión en Azkaban. Todo lo cual, a vista de muchos, resultó sospechoso. Estaba claro que este quería ver con sus ojos la obra realizada por su aliada.

Por otro lado, estaba el antecedente de que un par de días antes que Ronald Weasley fuera dado de alta del sanatorio de San Mungo, Astoria Greengrass registró ingreso a Londres en un avión comercial muggle desde Holanda. Eso no sería nada de raro si se pensaba que era una mujer que podría viajar constantemente fuera del país. Sin embargo, se hizo un estudio completo del recorrido de Astoria en los últimos seis meses y, en la fecha de la masacre de la familia de Hassan Hagman, tenía un viaje a El Cairo, país fronterizo con Sudán.

En cuanto a Gregory Goyle, había sido visto en el Caldero Chorreante hablando en forma sospechosa con una mujer que no fue identificada, pues vestía ropas muggles y, según testigos, su rostro lo llevaba cubierto con un pañuelo. Tal hecho había ocurrido solo unos días antes de la muerte de Hermione. Así que los aurores del Ministerio, realizando una acuciosa labor, procedieron a interrogar a todos los que habían estado presentes aquel día ayudados por Tom, el dueño del bar, quien dio la información de todos los que entraron su local en el último tiempo.

Cuando los aurores interrogaron a los empleados de la taberna ninguno supo dar una descripción exacta, puesto que si bien reconocían a Goyle, nadie pudo identificar a su acompañante: unos decían que era mujer, en cambio otros aseguraban que se trataba de un hombre; algunos que era rubia, otros que era morena. En fin, los antecedentes eran difusos, pero no menos sospechosos. Era evidente que quien estaba al lado de ese hombre aquel día, era hábil en camuflaje y que, siendo una bruja experimentada, podía timar a quien estuviera en su camino.

No obstante, algunos antecedentes todavía se encontraban dentro de una nebulosa, lo que no quitaba que la sospecha número uno seguía siendo hacia Astoria Greengrass, quien era buscada tanto en el mundo mágico como en el muggle, así como el delincuente de Gregory Goyle, ambos arriesgando cadena perpetua en la prisión de Azkaban.

En resumen, todos los caminos eran conducentes hacia la misma persona y corroboraban la sospecha inicial cuyo artífice había sido Draco Malfoy.

Con eso Harry Potter entregaba constantemente un informe verbal a Draco, quería mantenerlo al tanto de los avances, pues el esposo de su mejor amiga merecía estar enterado de la verdad y cuán cerca estaban de los posibles culpables.

—Hay indicios claros de que Astoria estuvo en Londres el día que Ronald desapareció. Ya que tuvo el desatino de pagar un desayuno con una tarjeta de crédito muggle en un restaurant ubicado solo a unos kilómetros del camino que llevaba a San Mungo —explicó aquella mañana Harry a Draco, mientras Paige les preparaba un té. Ella estaba silenciosa escuchando atentamente lo que decía el auror a su amigo, en la biblioteca de la casa Malfoy.

—Entonces hay una pista fidedigna de ella.

—La hay, Malfoy. También se sabe que estuvo viendo a unos corredores de propiedades... —en se instante se escuchó un ruido de tazas, pues Paige había volteado una con té y se había quemado.

—Lo siento —dijo limpiándose la mano con una servilleta de tela.

Draco se puso de pie y de inmediato se acercó a ella, tomándole la mano para ver qué tanto daño se había hecho.