S.E (Sala de Emergencias)

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Unas cuantas horas más tarde, Hermione conducía la camioneta por la autopista rumbo a la Casa de Acogida. Todo había resultado perfecto puesto que no se había equivocado en ningún momento, hablando en forma clara y segura. Y lo mejor, fue capaz de dirigirse directamente a la cámara haciendo un llamado a la ciudadanía a denunciar actos de violencia intrafamiliar y a las mujeres que sufrían maltratos, a hacer públicos esos hechos. En pleno siglo veintiuno y en uno de los países con mayor desarrollo, era impensable que aún existieran feminicidios, violencia de género, maltrato, explotación y abuso infantil, morir o ser lastimada simplemente por el hecho de ser mujer.

Respiró profundo y con alegría. Un triunfo más para su cruzada. Esperaba que llegara el día en que la violencia hacia mujeres, niños y niñas, fuera realmente erradicada, pero sabía que eso era casi imposible, mientras tanto ella y su fundación trabajarían con dedicación y ahínco para que los índices siguieran disminuyendo.

Abrió la ventanilla de su lado izquierdo pues quería aspirar un poco de aire puro a pesar de que sabía que afuera estaba frío. El día se había nublado y comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia y, sumado a lo resbaladizo de la calzada, producto de la escarcha y la llovizna, hacía que los vehículos tendieran a perder la dirección, por lo mismo, su velocidad era prudente, no así de otros que la adelantaban a toda prisa.

—¡Irresponsables! —bramó mientras aprovechaba para poner un poco de música para amenizar el trayecto que desde la televisora hasta la residencia de acogida, eran por lo menos unos treinta y cinco minutos de viaje.

Con las manos puestas en el volante recordaba que su mañana había sido extraña. No entendía por qué tuvo esos sentimientos de angustia, hablaría con Draco, sentía que sus nervios, producto de la entrevista, se los había traspasado a él y al resto de la familia. Debía aprender a controlar esas emociones. Era Hermione Granger, la directora de Fundación Mía Clearwater y, por tanto, minucias como estar frente a un locutor de televisión o una cámara no tenían por qué hacerla dudar de sus capacidades y profesionalismo.

Otra vez un carro la adelantó y sobrepasó al vehículo que iba delante de ella. Movió la cabeza pensando en que la gente vivía muy rápido, no respetaba su vida ni la del resto, con actitudes así, convertían acciones irresponsables en graves peligros, comprometiendo así la integridad física del resto de los conductores.

En ese instante el cd que estaba escuchando, al parecer por suciedad, comenzó a repetir la misma palabra.

Un microsegundo bastó desde que presionó el botón de avance del disco hasta que levantó la mirada, enfrentándose a un escenario totalmente distinto. Una pared blanca estaba delante de ella...

Inevitablemente, la impactaría...

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Cuarenta minutos más tarde, Draco corría por el pasillo de la sala de emergencias, abriéndose paso entre una camilla y las sillas de la sala de espera. Afuera estaba la ambulancia con un herido de un accidente carretero. Ya había pasado por eso, no era la primera vez que algún conductor terminaba grave producto de la velocidad en la autopista o de lo resbaladizo de esta, debido a la escarcha. Sin embargo, la escena le era familiar y reciente, al abrir la mampara que daba justo al estacionamiento en donde llegaban las ambulancias, un guardia, junto a Rafe Garrett, que era el Jefe de Emergencias, le impidieron el paso.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué no puedo pasar?

—Draco, se trata de Hermione. Lo siento.

—¿Qué? ¡No! —exclamó y se metió por entre los paramédicos y ahí la vio en la camilla que en ese instante descendían de la ambulancia. Tenía un corte profundo en la cabeza, pero su abdomen estaba posiblemente destrozado, lo pudo notar por la mancha roja de la ropa. Conocía tan bien esas heridas. El volante incrustado en el torso del chofer—... Amor, Hermione... mi vida... —le tomó la mano pero ella no reaccionó.

—Está inconsciente y su estado es grave —informó un paramédico.

—Pero ¡¿qué mierda ocurrió?! —Draco gritó y un paramédico que bajaba de la ambulancia fue quien habló:

—Fue un choque, doctor Malfoy. El camión que iba delante de ella, quedó cruzado en la carretera al esquivar a un auto que había perdido el control. Su esposa dio de lleno al camión de mudanzas que estaba detenido. Lo lamento mucho, doctor.

—Draco, hay que llevarla al quirófano de inmediato —ordenó Rafe.

—No, no entiendo... ¿y el airbag?

—No es momento, Draco. Habrá una investigación. Andando, debemos ingresar —indicó el médico mayor.

—Yo voy.

—No, Draco, no estás en condiciones —indicó Rafe avanzando con Hermione en la camilla rumbo a la sala de emergencias, mientras los paramédicos llevaban la vía de suero en alto y corrían con ella a toda prisa—. Además necesitamos a un cirujano de emergencias —agregó en forma entrecortada, producto de la rapidez con que corrían.

—¡Yo lo soy! ¡Soy el mejor cirujano que tienes!

—Sí, lo eres, pero también eres su esposo. Lo siento, hijo, como tu jefe, no te autorizo.

Un guardia colocó una mano en el pecho a Draco para evitar que ingresara al pabellón de intervenciones.

—¡Ni se te ocurra tocarme, muggle! —gritó con odio al hombre que solo cumplía con su trabajo. Estaba claro que este no había entendido la última palabra dicha por el médico y menos se daba por enterado de que a quien estaba reteniendo, era nada menos que al dueño de ese hospital.

Por otro lado, Theo y Paige, también estaban en el equipo médico y al saber de lo ocurrido, corrieron al lado de Draco, tanto para contenerlo como para luego ingresar a ayudar a estabilizar a Hermione, antes de intervenirla.

Pero los minutos pasaban y no tenía respuesta. Draco daba vueltas como lobo enjaulado, ¡debía estar al lado de ella! No podía seguir un minuto más sin saber qué le ocurría a su esposa. Así que optó por hacer uso de su estatus como Gerente General y no le importó que el guardia intentara retenerlo.

—¡No me conoces! Soy Draco Malfoy, el dueño de esta porquería y si quieres conservar tu trabajo, mejor apártate —el hombre se dio por vencido y retrocedió. Ahora lo reconocía. Se veía diferente de ropa blanca que con el traje de etiqueta que lucía en la foto de recepción.

Ingresó empujando la mampara, se colocó unos guantes y se acercó al grupo de médicos y enfermeras que rodeaban a Hermione. Vio entonces que todos corrían de un lado para otro. No se habían percatado de que él estaba allí. Escuchó lo suficiente como para darse cuenta que Hermione había sufrido un paro cardíaco.

—¡No! —gritó fuerte, haciendo a un lado a un enfermero y tomando el mismo el desfibrilador—. ¡Apártense! —lo hizo funcionar un par de veces en el pecho de su esposa, sin embargo no había respuesta.

Otra vez...

Y una más...

Pero Rafe se lo quitó de las manos. Ya era suficiente.

Entonces con sus propias manos hizo un desesperado RCP y masaje cardiaco directo al pecho de ella, pero nada: uno, dos, tres y repetía...

Los segundos transcurrían y nada.

Hasta que el mismo Rafe le tomó las manos, mientras que tanto los enfermeros como el resto del equipo, sabían lo que había ocurrido. Uno miraba la hora y anotaba.

—Draco, llevas treinta minutos, no hay respuesta. Déjala... ella ya no está con nosotros.

—¡No, no, eso no es posible! ¡Ella no se puede ir! —el llanto le ahogaba las palabras mientras mecía los hombros de la mujer a quien tanto amaba—. ¡¡Hermioneeee!!

En ese instante el sonido fijo de la máquina de los conteos cardiacos dibujó una blanca y gruesa línea recta en el monitor, indicando irremediablemente que Hermione Malfoy acababa de irse de este mundo...

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