C A T O R C E

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La fresca brisa de la noche golpeó con fuerza cuando abrí bruscamente las puertas de mi pequeño balcón, las cortinas danzaron complacidas como si un gentil caballero las hubiera invitado a la pista de baile

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La fresca brisa de la noche golpeó con fuerza cuando abrí bruscamente las puertas de mi pequeño balcón, las cortinas danzaron complacidas como si un gentil caballero las hubiera invitado a la pista de baile. Avancé a través de ellas para encontrarme con un escenario que no era nada encantador, y gentil no era la palabra que utilizaría para describir al chico que causaba tantos desastres a donde fuera que iba. Con un escalofrío recorriéndome la espina dorsal por el azote de frío y el corazón casi colgando de mi boca, asomé la cabeza debajo del umbral.

La escena podría describirse desde cómica, hasta caótica. No todos los días veías Damián Blackley de pie bajo la ventana de tu hermano mayor. Se veía completamente despistado mientras lanzaba pequeñas piedritas que iba recogiendo conforme las tiraba.

Pst, pst, Zooeeyyy—exclamaba en forma de murmullo.

Debía intervenir si no quería que la insensatez o, más bien, estupidez del moreno me delatara. Por que se suponía que yo estaba en casa de Juliana, no en mi habitación con un demente llamando mi nombre afuera. Pero alguien se me adelantó, lo que provocó que me tapara la boca con el fin de retener una risotada rebelde que hubiera despertado a medio vecindario.

Primero, otro golpe se escuchó, pero esta vez no eran como los anteriores y el "Auch" que se escuchó no lo había pronunciado ninguna pared. Sobre el césped, un chico moreno se quejaba mientras atendía su afectada cabeza.

El dormilón de Anthony le había lanzado una botella, todo en pos de que acallara su lamentable casi llanto.

—Oye, Romeo—pronunció mi hermano—, creo que te equivocaste de habitación.

La cara de horror que protagonizó el chico que rompió mi corazón fue digna de película barata de terror. Creo que fue una gran sorpresa encontrarse con la cara de muerto y cansancio de un velludo chico universitario. Fue como automático, ya que ambos giraron sus cabezas hasta dar conmigo. Resultó gracioso ver las expresiones tan contradictorias en sus rostros.

—Te lo dejo—sentenció y yo anhelé en lo más profundo que apareciera un platillo volador y me abduciera en ese instante—, llevatelo antes de que le lance la cama. O cualquier cosa que sirva para que pare de chillar.

Seguidamente, mi pariente de sangre cerró con brusquedad la ventana de su habitación, harto de no poder conciliar el sueño. No sin antes tratar de murmurar un "usen protección", que concluyó con su participación en tan peculiar caso. Y digo que trató porque su voz tan elevada se pudo haber escuchado hasta la vía láctea. En serio, no comprendía cómo mis padres seguían retenidos en el mundo se Morfeo, seguro ya cruzaban el quinto sueño para entonces. Dormían como un par de osos que hibernarían el resto del año.

Al quedar los dos solo en la intemperie de la noche, el pulso se me aceleró notablemente. Encontré completamente incómodo el momento, lo único que deseaba era cerrar las puertillas del balcón, retroceder unos pasos y cubrirme con una manta hasta quedarme dormida. Pero las cosas no podrían resultar del modo que yo quería, nunca. Ya que esta vez debía ser valiente y enfrentarme al chico de mis pesadillas.

Cuando la fiesta termina [Completa]Where stories live. Discover now