D O S

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Supongo que debería comenzar esto explicando el porqué terminé en una celda a media noche

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Supongo que debería comenzar esto explicando el porqué terminé en una celda a media noche. O tal vez explicar cómo quedé completamente golpeado un sábado cuando la luz natural del sol ya había desaparecido y sólo me acompañaba el reflejo de esta en la luna... Y, claro, la armoniosa presencia de mi agresor. Bueno, supongo que esto no es una historia que se tome a la ligera. Llevó mucho tiempo para que todo culminara en esto y sucediera lo que en consecuencia pasó. Por el momento solo me atreveré a decir que todos tienen su problema y el mío tiene nombre y apellido: Zoey Miller.

Ese viernes había comenzado de lo más normal. Me preparaba para la jornada de partidos en nuestra región, por lo que el entrenador de Lacrosse nos hacía entrenar cada vez más seguido. Ya nos urgía un descanso, alguna distracción por nuestro agotamiento en la cancha. Así que cuando CC nos invitó a todos los chicos a su fiesta en la noche, no dudé en decir que sí. Después de todo me encanta ir a fiestas, pero ojalá no hubiera ido a esa.

En fin, hasta ahí iba todo normal. Entonces la noche reemplazó al día y ahí me encontraba. La música a todo volumen retumbaba en mis oídos y sin embargo me agradaba la sensación. Es... ¿cómo se dice? Reconfortante. El estar rodeado de personas no me hace pensar que estoy completamente solo. Odio la soledad.

Había llegado a la apartada casa de campo de los Cox hace algunos minutos, junto a la compañía de mi prima materna Beverly. Había sido una de las invitadas a la inolvidable fiesta del puberto y no me quedó de otra más que traerla antes de que se armara un pleito con mi tía. En fin, la menor salió disparada al encuentro con sus amigas y, sin importarme mucho, la dejé ir. Ahora me encontraba en la barra (sí, al estilo de un bar, pero sin el barman), dándole tragos grandes a mi cerveza y a la espera de que lo tan promocionado en los pasillos pasara.

—¡Hey, compañero!—escucho por sobre la música. Incapaz de distinguir la voz, me doy la vuelta para poder ver a Calvin Cox acercarse—; viniste.

—Claro que vine, no me perdería ninguna de tus fiestas por nada del mundo, CC—exclamo poniendo mis brazos en jarras.

El castaño me devuelve una sonrisa de satisfacción por mi comentario, sé que con eso su ego ahora traspasa la atmósfera, pero no puedo decir lo contario. A Calvin le encanta hacer fiestas, en especial porque así puede impresionar sacando sus dotes de DJ y con eso practicar con el equipo de sonido que sus padres le compraron, llamándose a sí mismo como "CC". No me sorprendería que en algún tiempo Calvin Cox se convierta, de algún modo, en el próximo Martin Garrix.

—Eh, ¿has visto a Lu? —Inquiere y noto la desesperación en su voz—. Necesito que me entregue... Ah, algo. Es sorpresa, ya lo verás.

Sonrío en sorna y me inclino en la barra para tener un mejor ángulo de la cara de "Casi la cago" de CC.

—¿Qué traes entre manos, Cox?

Calvin entorna los ojos y deja escapar una sonrisa inocente a la vez que agrega:

Cuando la fiesta termina [Completa]Where stories live. Discover now