Capítulo 27: Dulces quince años

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En el cumpleaños de Juli hubo mesas saladas, dulces, entrada, plato principal y postre. Sí, básicamente era como un casamiento. En la cena comimos asado argentino, diferentes cortes, no me pude quejar, se trataba de carne de alta calidad, y aunque hubiera tenido el estómago cerrado por tantos días, hice un esfuerzo para comer porque estaba realmente exquisito. Además también hubo diferentes cócteles, todo estaba delicioso.

Yo me encontraba sentado junto a mi familia y Maca estaba con nosotros por ser la mejor amiga de la cumpleañera, sentada a mi lado. Suspiré, tenía que encontrar la mejor forma de terminar con mi novia, que estaba vestida de manera elegante y sexy a la vez, con un vestido rojo que dejaba al descubierto una de sus piernas.

Pero entonces, mientras Juli había ido al micrófono a decir unas palabras y a entregar las quince velitas de la tradición a las quince personas que ella había elegido, me llegó un mensaje a mi celular. Lo miré distraídamente mientras escuchaba el discurso de mi hermanastra, ¡¡y oh sorpresa!!

—Hola, curanderito.

¡Era Guada! ¡Era Lutina! ¡Era mi maga preferida! El vértigo me recorrió entero. Hubo un cambio en mi rostro, de eso estoy seguro, porque Maca me miró intrigada, pero no me importó y me apresuré a responderle de inmediato. La felicidad era demasiada, era como si acabara de recuperar un tesoro perdido.

—¡GUADA! ¿Por qué me estás hablando? ¡He sido un imbécil, por favor perdóname! ¡¡Tengo tanto que contarte!! –Tecleé, por debajo de la mesa.

—¡Wow, ahí estás! Pensé que no ibas a tener internet. Bueno, te hablo porque quiero –me respondió—. Me di cuenta de muchas cosas, como de que te extraño un montón, ¿sabes?

Iba a llorar en ese mismo momento y todos iban a pensar que me emocionaba lo que Juli estaba diciendo sobre la amistad con sus amigas.

—Anoche soñé contigo –siguió hablando Guada—, en verdad nunca pude dejar de pensar en ti, aunque lo intenté.

—¿Qué? ¿No me hablabas para dejar de pensar en mí? ¿Por qué hacías eso? Por favor no vuelvas a hacerlo, ¡me estaba muriendo!

—En parte sí, si lograba no pensar en ti lograría evitarme dolor. Pero no fue posible. En parte no te hablaba porque estaba muy enojada, y puedo ser muy hiriente cuando estoy enojada, es que eres un curanderito pinche imbécil, pero bueno, eres mi curanderito pinche imbécil. Lo siento. No sé qué vamos a hacer de ahora en más, pero ya está dicho, ya te lo confesé en un estado de furia asi que ya lo sabes, estoy enamorada de ti aunque vaya contra todo pronóstico. Pero bueno, soy así, lo siento.

—Yo también estoy enamorado de vos –le confesé—, te extrañé tanto. ¡Te amo!

Temía volver a perderla, quería abrazarla, quería gritar de felicidad. Pero debía comportarme, estaba en la celebración de los quince años de mi hermanastra.

Ya nos cayó el chahuistle –me respondió Guada, seguido de varias risas.

—No sabés cuánto había extrañado tus palabras raras –me reí también—, ¿qué significa?

—Tengo entendido que es una plaga que afecta a varios cultivos, significa que ya valimos madre, de tanta gente que existe en el mundo, estamos enamorados a distancia.

Me reí.

—Pues ya sabés cómo somos, temerarios.

—Eso es cierto –me respondió—, voy a anotar "ya nos cayó el chahuistle" en nuestro diccionario de Leanguadismos.

—¿Lo viste? –le pregunté sin poder evitar sonreír, no había recibido sus comentarios al respecto del diccionario que yo había armado, e iba a seguir escribiéndole, iba a contarle que habían pasado algunas cosas mientras ella no había estado, por ejemplo había aparecido Beto y nos habíamos enterado de que iba a tener una hermanita, pero de pronto alguien me quitó el celular.

El amor en los tiempos del internetWo Geschichten leben. Entdecke jetzt