El perro se movía de un lado a otro mientras Kara intentaba por todos los medios cogerlo sin alterar el orden del salón ni usar su super velocidad. Tensó la mandíbula al ver que el cachorro no era receptivo. Parecía que se estaba riendo de ella. Miró nuevamente hacia atrás y Lena tenía una sonrisa, pero todavía tenía su mirada en las uñas -seguía viéndola de reojo-.

—Krypto —musitó poniéndose en cuclillas—, si vienes con mamá, te compraré una cama mejor —susurró.

Pero el perro solo ladeó la cabeza con el juguete en la boca y se dio la vuelta para seguir corriendo. Kara soltó un suspiro de frustración mirando como se alejaba y Lena se acercó. Se acercó a su hombro y la rubia miró su mano para luego seguir el recorrido de su brazo hasta ver la sonrisa de Lena.

—Déjame a mí —la rubia asintió como pudo—. Krypto —casi gritó—, ven —ordenó.

El pequeñín se quedó mirando, mordiendo el juguete.

—Ven o no habrá más chuches.

Y como por arte de magia, Krypto dejó el peluche en el suelo y corrió hacia Lena.

—¿Sabes el lenguaje de perros? ¿Has sido adiestradora en otra vida? —preguntó Kara sorprendida mientras cogía al pequeño.

—Puede ser —sonrió.

—Me tendrás que enseñar.

—Es un don, no puedo hacerlo —se encogió de hombros.

—Te portas mal conmigo, pero con la mami Lena eres todo un santo, ¿eh? —le dijo al perro y luego se repitió la frase en su cabeza—. Quiero decir...

—El chiquitín es listo, sabe a quién le debe hacer la pelota para obtener lo que quiere —interrumpió Lena acariciando su cabeza.

Sí, le acababa de decir mami Lena y parece ser que no le ha importado en absoluto. Es más, era como si lo hubiese confirmado. Y era cierto, a la pelinegra le agradó mucho oír eso. Podría decirse que sí le importaba Krypto y también a la persona que le estaba sujetando, pero esta última todavía no estaba preparada para aceptarlo hasta que...

—¿Has cenado? —preguntó la rubia sacándole de sus pensamientos.

—Hum... No... —miró a Kara.

—Venga, te invito a cenar.

—No, yo no...

—Es lo mínimo que puedo hacer. Si no quieres cenar conmigo, lo entenderé por lo que ya sabes, pero quiero pagarte una cena —imploró.

—Está bien... Cenamos. Los tres, y pago yo —miró a Krypto con una sonrisa.

—Ni hablar, quiero agradecerte...

—Lo tomas o lo dejas —alzó la ceja con superioridad.

—¡No es justo! —elevó la voz que hizo que Krypto ladrara.

—Lo sé —habló Lena hacia el cachorro—, es una llorica.

La rubia apretó los labios y sonrió mentalmente. No sabía lo que estaba pasando, pero sí que era gracias a Krypto. Gracias a él volvían a hablar, al menos un poco. Y tuvo la posibilidad de que nuevamente fueran amigas... o eso creía porque cuando Lena se giró no podía dejar de observar desde sus piernas hasta su glúteo. El vestido le quedaba corto y el movimiento de sus caderas hacía que Kara sintiese algo extraño por el cuerpo.

—¿Chino o tailandés?

—Hum... sabes que soy muy fan de...

—Los postickers —terminó su frase y Kara asintió—, ¿vas a cambiarte? —miró su traje—. Tengo algo de ropa... todavía me cuesta verte...

Una pareja de tres | Supercorp AUWhere stories live. Discover now