Capítulo 5

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—Hey, Lena... —musitó y miró a Krypto que seguía ladrando—. ¿Puedo pasar?

—Sí, claro —se apartó un lado para que la heroína pudiese entrar—, ¿ha ocurrido algo? —preguntó asustada.

—No, todo está bien... Es solo que mi madre no estaba tan mal como creía —rio entre dientes—. Así que...

—Oh, hum, vale —frunció el ceño—, espera un momento, voy a por la correa.

Se giró y se movió por el salón en busca de la correa mientras Kara se agachó para acariciar al pequeñín. Luego miró hacia su alrededor. Había dos juguetes de perro por el suelo y miró hacia un lado donde estaba los dos cuencos de plata de agua y comida.

—Aquí está —alzó la correa y Kara miró hacia arriba.

—Gracias —se levantó—. Gracias por quedártelo —ella simplemente asintió—. Por cierto, dime cuánto te debo del veterinario.

—Nada, el chiquitín se ha comportado de maravilla.

—¿De veras? —frunció el ceño con una sonrisa.

—También me lo ha contado tu veterinaria; cuando está contigo se revoluciona... Míralo.

Kara sonrió y miró hacia el suelo donde debería estar Krypto, pero no estaba y frunció el ceño. Levantó la cabeza y vio la sonrisa y la ceja alzada de Lena, y luego apuntó con un dedo sin mirar hacia atrás a la parte del salón para que la rubia viera a donde estaba señalando. Ahí estaba el cachorro; mordisqueando y alzando con la boca su nuevo juguete.

—Pero como...

—Es como tú —interrumpió Lena—, un puro nervio que no sabe estarse quieta. Por eso le he comprado dos juguetes.

—¿Y ha comido y bebido como un glotón? ¿Cómo si fuera su última comida? —preguntó curiosa.

—Al contrario. Sabe que si come así se quedará sin almuerzo —comenzó a reírse.

—¿Y te ha despertado toda la noche?

—Negativo —sonrió—, ha sido muy tranquilo. Creo que su nueva cama le gusta.

—¿Su nueva cama? —frunció el ceño.

Lena se quedó sin habla. Que le comprara un juguete no era raro. Que le comprara dos cuencos puede que tampoco, pero obtener una cama de casi 100 dólares del tamaño de casi una cama de 90 sí que lo era. No era su mascota, sino de la chica que tenía ante sus ojos.

—Es que no me diste la cama —se excusó—, y no quería que durmiera en la mía.

—Entendido... la próxima vez lo apunto —apretó los labios.

—Bien —miró de vuelta a Krypto.

Y entonces sí que había una próxima vez. Lo había dejado caer sutilmente para ver si la rubia no estaba alucinando, pero vio que estaba en lo correcto. Había una afirmación por parte de la pelinegra y eso le hacía feliz a Kara.

—Voy a cogerle —musitó Kara.

—Claro, todo tuyo.

Respondió Lena yendo hacia la cocina para sentarse en el taburete. Tenía planeado observar el drama que iba a montar Krypto y ocurrió.

La rubia fue decidida hacia él llamándolo por su nombre y el cachorro levantó la cabeza. Sus orejas irguieron y luego movió la cola con rapidez. Y cuando Kara creía que era todo suyo, cogió el juguete y salió pitando. La rubia miró hacia atrás y vio que Lena estaba mirándose las uñas -aunque realmente estaba mirando a la heroína mofándose por dentro-, y Kara soltó un breve suspiro de alivio -creyéndose que no había visto como el cachorro le rechazó-.

Una pareja de tres | Supercorp AUWhere stories live. Discover now