Capítulo 2

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Lena se despertó desorientada. Luego cayó en cuenta de que se había quedado dormida en su oficina. Y finalmente se levantó sobresaltada. El cachorro no estaba ahí. Se incorporó rápidamente en busca del pequeño y, después de treinta y siete segundos, observó la pequeña colita bajo su mesa. Se lanzó rápidamente hacia él y este se movió con velocidad.

—¡Quieto ahí! —ordenó señalándolo con el dedo.

El perro se detuvo y giró su pequeña cabeza con un rostro de culpabilidad. Abrió la boca para soltar el objeto que estaba mordisqueando; su otro zapato.

—Voy a matar a Kara.

El perro se sentó y ladeo la cabeza. Lena se acercó a él y se puso en cuclillas.

—Kara Danvers, la mujer que te trajo aquí —le explicó—, Supergirl más bien.

El perro ladró y Lena se encogió del susto. Pensó que el perro realmente entendía lo que estaba diciendo. Sin nada más que decir, se levantó cogiendo el zapato y buscó la lata para tirar ambas cosas a la basura. Miró el reloj; era muy temprano porque básicamente a esta hora era la que se levantaba para vestirse, desayunar e ir a trabajar.

Después de una hora intentándose peinar y comunicarse con Kara -que fue imposible-, el teléfono de su mesa empezó a sonar. No quería contestar porque ya tenía otra cosa pendiente del que ocuparse, pero lo hizo por si era importante y puso el altavoz para ver que quería su secretaria. Y fue la mejor decisión que había hecho porque le estaban comunicando que su hermano Lex iba para su oficina.

Saltó rápidamente del sitio para coger al perro. ¿Qué iba a hacer con él? Como Lex se enterase de que hay un chucho merodeando por una de sus salas la mataría. Y no solo eso, sino que la reviviría y la volvería a matar si le explicase como un perro acabó en su oficina. Se agachó y fue poco a poco para coger al cachorro, pero pareció que leyó todas sus intenciones porque salió pitando.

—Ven aquí —murmuró corriendo a gatas detrás del perro—. Por Dios, no te has movido en toda la santa noche ni en todo el día —se levantó para ir más rápido—. Quieto —ordenó y se detuvo—. Buen chico —acarició su cabeza nada más cogerlo.

Y entró en pánico. Los nudillos de su hermano tocaron la puerta con fuerza. Corrió de un lado a otro, descalza y con el corazón en la boca acompañado de un perro. Abrió uno de los cajones cerca de la puerta y metió al chucho con cuidado.

—Pórtate bien y no mataré a Kara, ¿de acuerdo? —y cerró la pequeña puerta.

Se levantó nada más escuchar el crujido de las bisagras. Su hermano entró cerrando la puerta detrás de sí y miró a Lena con el ceño fruncido.

—¿Qué haces? —preguntó cruzándose de brazos.

—¿Qué hago de qué? —cuestionó nerviosa.

—¿Qué haces descalza?

—Oh... —suspiró y soltó una pequeña risa—, me rompí el tacón... tacones.

—¿Has dormido aquí? —preguntó con los ojos entrecerrados—. No tienes buen aspecto. La ropa parece que es de ayer y tienes el pelo un poco enmarañado.

—Es que... —deslizó sus pies hacia el sofá haciendo de que Lex le siguiera—, como he dicho antes, mi zapato... mis zapatos —corrigió viendo que no tenía ninguno puesto—, tuvieron un pequeño percance y no pude conducir.

—¿Y por qué no me has llamado? Sé que no tenemos las mismas ideas, pero podría haberte llevado de paso —alzó la ceja incrédulo y Lena solo asintió—. Bueno, realmente vine aquí para pedirte ayuda.

Una pareja de tres | Supercorp AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora