XI. La propuesta (in)decente

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El teléfono me sonó cuando yo estaba conversando con los cabros. Habíamos terminado recién de entrenar, veníamos saliendo de las duchas y yo andaba ordenando las cosas en mi bolso para irme a la casa. Cagado de la risa con el Bruno, al principio no había cachado que me estaban llamando y si no es por este hueón que me avisa yo no hubiera pescado no más. Pensé altiro que era el Paulo, porque ya es rutina llamarnos o hacernos una video llamada y no han pasado demasiados días desde año nuevo, es 12 no más y hemos conversado, puta, hasta decir basta. Y bueno, la verdad es que sí, yo quería que fuera el Paulo el que me estuviera llamando porque me gusta hablar con él después de entrenar, como que te da energía, te da ánimos. Pero no po, no era mi Paulito el que me estaba llamando y tampoco era la Pame. Qué chucha, hueón.

— ¿Qué onda, Lu? ¿Tu señora? —me preguntó el Bruno y yo como que no pude atinar al tiro. Tenía que inventar alguna hueá, pero no estaba bien seguro de qué.

— No, hueón, un amigo, con el que no hablo hace caleta. —solté, aunque tampoco es mentira esa hueá eso sí— Ya, hermanito, me voy a ir yendo yo mejor. Nos vemos, hueón. Saludos a tu familia.

El Bruno me queda mirando sin cachar una y esa hueá es entendible, si yo en verdad me estoy escapando, pero ¿qué más podí hacer o decir cuando el Rey te está haciendo una videollamada? No lo andai ventilando. O bueno, capaz que sí, pero yo no soy de ese tipo. En verdad no es como que yo pudiera contarlo igual porque nadie cacha que el Arturo y yo tenemos una relación más allá de conocernos por la Roja, si en realidad todos tienen clarito quién se junta con quién en la selección. Es chistoso igual, lo que nos une a mí y a Vidal, o sea, es cuático. Tampoco podí decir por qué te hiciste tan amigo de Vidal y para ser sinceros como que en realidad él y yo no tenemos demasiadas cosas en común (además del gusto por las pelotas), supongo que si lo vierai desde afuera nuestra amistad sería super nada que ver. O sea, igual tampoco es tan amistad, es como un compañerismo medio extraño. Como una simbiosis rara alimentada del mismo secreto que guardamos los dos.

Y la complicidad también es bacán, si yo no niego que conversar con Vidal me hizo demasiado bien, así que en ese sentido yo feliz de hablar con él de nuevo, pero no en el complejo po, no con todos los cabros alrededor si igual me hago una idea de la hueá que quiere conversar este hueón. Mejor apuro paso no más, directo a los estacionamientos. De más que el Arturo quiere puro copuchar qué ha pasado entre el Paulo y yo y, ¿sabí qué? Igual tengo ganas de echar afuera la hueá... Igual tengo ganas de contarle a alguien todo esto que nos ha pasado.

Puta, la verdad es que yo no he podido dejar de pensar en los días que pasamos juntos en esa casa y hay días en que vuelvo a escuchar al audio que el Paulito me envió para Año Nuevo porque, tan maricona como suene esta hueá, fue como una declaración de amor, ¿o no? O de interés, por decirlo así, para no ponernos tan graves todavía. Como que aceptamos que, puta, sí, nos queremos (él me quiere mucho, de hecho, eso dijo) y que queremos seguir viéndonos, que queremos que esta hueá rara que tenemos siga aunque no estemos muy seguro de a dónde va a terminar, pero le echamos para adelante no más y todo eso a mí me emociona caleta y también me gusta porque me gusta demasiado estar con el Paulo, siento con él una hueá que no había sentido hace mucho. Cuando acepté esa hueá fue como, no sé, como sobrenatural. Y sí po, me gustaría ser capaz de hablar esto con alguien y de contarle a alguien que aunque me estoy pegando el mayor cagazo de mi vida estoy más feliz que la cresta y que ni cagando lo dejaría ahora porque ya no puedo. A veces querí hablar no más, a veces uno está tan contento que necesitai soltarlo todo. Y eso es lo bueno de conocer a un hueón como el Arturo, que yo sé que me va a apañar igual porque él también vive tratando de ser un hueón que no es.

Chucha, qué hecho pico que estamos los dos. Pero bueno, al menos no estoy solo en esta hueá.

Hace más frío que la cresta hoy día y esa también es razón para tirarme adentro del auto apenas llego a los estacionamientos. La otra es, claramente, el celular que me vuelve a vibrar ahí, en la mano. Yo pa la cagá po, hueón, igual terrible nervioso. ¿Le tendría que contestar acá al Arturo? ¿O mejor espero llegar a la casa y le devuelvo la llamada? Puta, no, si está mi señora, ¿y si me cacha? Algunos cabros van saliendo también, los alcanzo a ver por la ventana. Ya, sabí que más, pico. Démosle no más, si nadie va a cachar que estoy hablando con el Arturo, y para qué estamos con hueás, estoy más seguro acá que en mi casa...

A Primera Vista | Paulo Dybala & Ángelo SagalWhere stories live. Discover now