Capítulo 32 🦋

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—Haré que sangre como lo hice yo muchas veces.

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Alayna

Había elegido un edificio con habitación abandonada que quedaba a una distancia considerable frente a la mansión Rizzo. Soborné a un idiota para que me diera el pase libre sin hacer preguntas. El clima me favorecía porque era una noche calurosa y sin viento. Me tomó una hora explorar el área perfecta. Un plan improvisado porque nos estábamos quedando sin tiempo.

Quería que Carlo apareciera lo antes posible para volarle los sesos y regresar con Luca. No me gustaba estar alejada de él, no después de las advertencias de Emilia. Escrudiñé el área a través de la mira telescópica con el corazón acelerado. Tomé una respiración profunda e hice un conteo mental para estabilizar mis latidos. Si fallaba ahora no me lo perdonaría.

Mis habilidades con el tiro eran dignas para estar a la altura de cualquier entrenamiento militar. En más de una ocasión logré disparar a mis objetivos sin necesidad del láser. Mi buena puntería siempre fue halagada. Me puse de rodillas y ajusté la empuñadora del rifle. El ambiente estaba demasiado tranquilo para mi gusto.

La mansión Rizzo se alzaba ante mis ojos como una maldición. Me enfoqué en la ventana de una habitación dónde aparecieron dos cuerpos. Al fin. Era Carlo y un desconocido. Sin rastros de Marilla. Ajusté el zoom para un mejor enfoque. Los hombres se sirvieron dos copas de vino y empezaron una charla.

Me centré en la cabeza de mi objetivo porque quería terminar esto lo más rápido posible. Un solo disparo bastaría para acabar con muchos problemas, pero entonces el rostro del desconocido apareció en la mira telescópica. Fue como un ataque directo a mis pulmones porque no pude respirar. Me faltó el aire. Me iba a ahogar.

Miró directamente en mi dirección como si supiera dónde me encontraba y levantó la copa de vino con una sonrisa. Hijo de puta... Sentí un fuerte azote en mi pecho, algo dentro de mí se quebró. No era un hueso, se trataba de mi corazón. Esto era malo en todos los sentidos y tenía que decírselo a Luca. Apreté los ojos. Esto no estaba sucediendo. No. No. No. Él lo hizo de nuevo. Me traicionó. Mi celular emitió un pitido y lo ignoré. Mi objetivo había cambiado. Pondría una bala en la cabeza del traidor. Al diablo.

Lo mataría.

—Estás muerto, Ignazio —susurré.

Mi celular volvió a sonar y gruñí con frustración. Pensé que quizás podría ser Luca, nadie más me marcaría con tanta urgencia. Me aparté del rifle y agarré el aparato con una mano temblorosa. La decepción fue más grande cuando leí el mensaje.

Dejaste desprotegido al príncipe y un ejército acaba de capturarlo. Corre, Alayna. Aún estás a tiempo de encontrarlo.

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Luca

Me sentía perseguido y observado.

El velocímetro aumentaba cada vez más mientras conduje al límite de lo legal. Puse en altavoz la llamada, pero Berenice no respondía. El miedo subió por mi pecho y cerró mi garganta. No podía alejar la sensación de que algo andaba mal. Un leve temblor me sacudió y mis nudillos se pusieron blancos alrededor del volante. Fui a la lista de contactos e insistí de nuevo. Afortunadamente, Berenice respondió para mi tranquilidad.

—¿Luca?

Respiré profundo y mantuve mis ojos en la carretera. Todo saldrá bien, todo saldrá bien... Concéntrate.

—Berenice, escúchame con atención. No quiero asustarte, pero necesito que saques a las chicas lo antes posible de ahí. Huyan por el viejo túnel que tenemos de emergencia.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now