Nuevas Incógnitas

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Undertaker observaba a la felíz pareja danzar, inmediatamente supuso que Sebastian tenía algo con esa joven, algo que no tuvo con ninguna otra de las niñas; ahora tenía un nuevo rehén para que su pedido fuera más rápido. No había tiempo, el conde podría estar entre ellos y no lo sabían, aunque, tal vez, ya estaba frente a los ojos de el ojicarmín; debía investigar a "la joven"; no podían saber si era ya el conde que había mordido el anzuelo y atrapado al azabache con sus encantos.

-Ejem... Michaelis  necesito hablar contigo acerca del asunto- Interrumpió el momento de la pareja con sus palabras.

-Eh? Oh es cierto; Celeste, debo de irme, enseguida vuelvo- Dijo tranquilo el mayor

-Mientras, ¿puedo robar a tu pareja, Sebastiancito?- Pidió Alois, que había osado aparecerse al fin, ya que Claude también había sido llamado por el albino.

-Por mi no hay problema- Habló el peliazul.

-Esta bien, no tardaremos demasiado-  Habló el de ojos miel.

Así, el rubio y el de cabellos azules comenzaron una plática entretenida mientras danzaban.

El albino y los azabaches, junto a Mey-rin y Hannah dieron reportes de la noche, pero ninguno dio con el conde hasta que el de cabello plateado habló.

-Queridos, háblenme más sobre aquella encantadora chiquilla, Celeste- Dijo con curiosidad Undertaker.

-Es  otra alumna a quien muestro como volverse una bella dama de fino porte y faz, nada más que eso- Habló el ojicarmín.

-A mi no me parece que sea "otra", esta parece ser única y diferente a las demás, sin mencionar la bella aura y aroma que desprende, me parece muy familiar de hecho... ¿De donde la conozco?- Comentó con insinuación, sarcasmo y un toque de lujuria en su voz el albino.

-¡¿Qué insinúas maldito?!- Gruñó el azabache.

-¿No te parece algo curioso que el conde no aparezca? Es decir, le estamos dando todas las oportunidades de llegar a nosotros y no hay ni rastro, ¿le has hablado a tu pequeña acerca del conde?- Dijo el de ojos esmeralda.

Mientras tanto, cierto par de jóvenes se había cansado de bailar y decidieron abrir una agradable plática hasta el regreso de los mayores, quienes juntos dieron inicio a juegos y travesuras esa noche.

Al final todos regresaron a sus mansiones y la casa Michaelis quedó vacía a excepción de los sirvientes y la pareja de amantes, quienes apenas tuvieron la oportunidad, se fueron directamente a un lugar más privado.

Sebastian cargó a su pequeña al estilo princesa hasta su habitación, donde Ciel se cambió de ese vestido a una cómoda pijama.

Al salir del vestidor de su habitación, se percató de que el mayor yacía acostado sobre la cama, quien al verlo le indicó que se acomodara a su lado y así lo hizo, el ojiazul se acomodó al lado de su amado y se recargó en su pecho.

-Celeste, te amo demasiado- Dijo el ojicarmín, para después abrazar a su pareja y moverla más hacia su persona.

-Ca-cállate- Decía el menor sonrojado.

Sebastian debía encontrar pronto a Ciel, pues si no lo hacia aquellas personas más amadas por él correrían grave peligro, su pequeña lo sacó de sus pensamientos casi al instante.

-Sebastian... Últimamente te he visto muy inquieto; ¿algo te preocupa, no es así?- Preguntó el chiquillo.

-No es algo que te pueda contar, no tienes que prestar atención, además no se que haces preguntando esas cosas raras a estas horas de la noche- Respondió lo más tranquilo que pudo el mayor.

-¿¡Es en serio Michaelis?! Llevas días enteros así- Exclamó para levantarse de ma cama el ojiazul.

-¿Hemos pasado por tanto para de pronto saber que no confías en mi?-  Dijo casi gritando el más pequeño.

-Confió en ti, pero creo que este asunto no es de tu incum...- El azabache no pudo terminar de hablar, a causa de que sintió su mejilla arder, su amada le había dado una fuerte bofetada.

Y así Ciel salió disparado de la habitación a algún otro lugar en el que no estuviera su pareja. El río de sus ojos comenzaba a desbordarse a cada paso que daba, como antes había hablado, días tenía de ver al mayor inquieto y estresado, algo lo tenía alterado y al recordar cierta parte de la platica que tuvo con Alois en el baile, sentía su cuerpo derrumbar; el pensar que su amado no le quería decir lo que le tenía estresado, demostraba que todavía no confiaba lo suficiente en él; pero, al final Ciel tampoco podía guardarle rencores, aquel azabache sería quien más dañado saldría de esa vil mentira. Ahora se sentía perdido, no sabía que era lo que hacía, tantas emociones que sentir lo estaban llevando al borde de la corrupción mental. Pensar en un futuro lejos de Sebastian, una pelea con él, esa falta de desconfianza de los dos. En ese momento paró su andar y empezó a toser sin parar para después cerrar sus ojos y  caer al suelo.

Para aquel entonces el ojicarmín sintió un algo en su pecho, como una mala corazonada, eso no significaba nada bueno y corrió en busca de su Celeste.

El tiempo se agotaba para ambos amantes, no sabían que sus problemas estaban por empezar y si su amor no era el suficiente para afrontarlos, pagarían las más gravosas consecuencias.

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HOLA COMUNIDAD DE WATTPAD, primero que nada les debo una disculpa por no actualizar y segundo, nunca pensé que llegaríamos si quiera a más de 10 lecturas y me sorprendo al ver que van 400 y un poco más.

Gracias por su apoyo, no diré que son millones los que leen y le dan su voto a esta historia, pero en verdad agradezco.

Cuídense mucho en esta cuarentena y esperen a la siguiente actualización, perdón si esta fue corta, la próxima será más larga.

Sin más que decir me despido.

Atte: Sam Phantomhive.

Amor PeligrosoWhere stories live. Discover now