Capítulo 2. Rafael

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Esto llevará su tiempo... No lo soporto más, me pregunto si entenderás, que no es más que el tacto de tu mano, tras una puerta cerrada.

Vince Clarke.


Viernes 21 de agosto, 2017.

La alarma del móvil retumbó en mis oídos despertándome enseguida. —¡Apágate ya, joder!—. Le grité como si se tratara de un ser humano, viéndome en la penosa obligación de levantarme de la comodidad del futón en el que me había quedado dormida. Miré a mi alrededor y encontré a Gary sentado a un lado de su plato de comida en la kitchenette, él me observaba con esos ojitos destellantes que hicieron mi corazón crujir de ternura. —Sí, ya voy, ¡Ya voy! ya sé que tienes hambre—. Le dije intentado calmar su voraz apetito matutino; el can pareció darse por vencido y recostarse en el suelo a la espera de que pudiera atenderlo. Sabía que tenía un par de cosas que hacer antes de alimentarlo como era debido.

—Menos de una hora para prepararme—. Supuse, aunque tras la fiesta de anoche, no tenía intención de pensar demasiado en mi outfit, nada muy elaborado, ni extravagante; después de todo, ¡Era viernes, por fin! Y después de casi dos años de arduo trabajo, tomaría mis primeras vacaciones. Lo tenía todo muy bien planeado con excesiva anticipación, unos días para Gary, unos días de viaje con mamá, otros para visitar a papá en su nuevo departamento, un fin de semana con Silvia en alguna playa del sur y estaría lista para volver a la monotonía. En realidad lo necesitaba como no se imaginan.

Estaba harta, ¡Harta! me había cansado de todo, de hacer lo mismo todos los días. Del trabajo a la casa, de la casa al trabajo, unos tragos de viernes y un almuerzo familiar el domingo. La rutina puede ser un arma de doble filo, y vaya que desde ya me estaba afectando, ¿Quién sabe cómo llegaría a los cincuenta con este ánimo infinito? Tomé un baño a prisa, de esos que ayudan a espabilar la cabeza y amilanar los restos de una extraña resaca, champú, acondicionador, jabón de lavanda y para finalizar, crema para exfoliarme. Intenté que la rutina no excediera de los veinticinco minutos, no podía llegar tarde otra vez. Corrí a la habitación por el cambio de ropa, ya lo venía meditando por buen rato: Pantalones de mezclilla, una blusa azul y tacones nude, aretes pequeños y el anillo que uno de mis exnovios me había regalado para comprometernos, jamás pasó y terminamos por romper en medio de un drama histórico al igual que las múltiples experiencias anteriores, pero, a fin de cuentas, el aro era bellísimo y lo nuestro, ya estaba superado.

Recogí mi cabello en una coleta y apliqué un poco de perfume en mis muñecas y detrás de las orejas, tomé el bolso y revisé que lo necesario estuviera adentro. —Llave, billetera, bolígrafo... ¡Gary!—. Entonces recordé a mi pequeño y fiel amigo. Me apresuré a servirle un poco de croquetas y dejarle el bebedero repleto de agua fresca, la temperatura por estos días estaba por las nubes y el verano no se le hacía muy agradable. —Bien, ya puedes comer, prometo no llegar tarde, ¿Sí?—. Le dije. Él ladró como asintiendo mientras yo me servía un vaso repleto de agua del dispensador de la refrigeradora. El jodido hangover me tenía la garganta reseca. Tomé el teléfono y cerré la puerta tan rápido como pude. Tomé el elevador al tiempo que me apresuraba a pedir un taxi por aplicación hacía la oficina, eran los más seguros por esos días.

—Buen día—. Musité.

—¡Buenos días!—. El hombre me devolvió el saludo más enérgico de la historia mientras me acomodaba en el asiento trasero. —¿Alguna emisora en especial, señorita?—.

—La que desee, no tengo preferencias—. Respondí sin intención de ser demasiado amena.

El chófer entendió que no era una persona muy amigable, por lo que se mantuvo en silencio por la siguiente media hora, en tanto yo, revisaba mis redes sociales con sumo interés, deslizando la pantalla táctil con en busca de las novedades diarias y actualizaciones musicales. Mi cabeza trataba de hacer notas mentales de mis pendientes para ese ajetreado viernes ¡Quería terminarlo todo tan pronto como pudiera!

7 días con la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora