Una vez todos sentados, sobre los cojines en el suelo, agradecieron por los alimentos al igual que a Fuyumi por preparar la cena y comenzaron a comer.

—Es un gusto que nos acompañe esta noche, Midoriya-san.

—E-El gusto es mío, Fuyumi-san. Todo está delicioso, aunque lamento haber venido sin avisar —repitió.

—Tonterías —Toya negó—. Usted siempre será bienvenido en nuestro hogar.

Izuku le sonrió e inclinó su cabeza, agradecido.

—Y en nuestros hogares también —añadió Natsuo, haciéndoles reír levemente, empezando a charlar al mismo tiempo que degustaban la comida en sus platos.

Cada hermano cuenta con su propio hogar, por lo que Izuku tiene entendido.
Shoto vive solo en un departamento, Natsuo alquila una casa cerca de la de su madre, Fuyumi también alquila una casa —pero cerca de la de su padre— y la casa en donde se encuentran ahora mismo es del matrimonio entre Keigo y Toya.

—Por cierto, Sho, Mamá quiere que el fin de semana vayamos a su casa —habló Fuyumi una vez más—, deberías traer a Midoriya-san; ella estará feliz y seguramente se llevarán muy bien.

El susodicho sintió la sangre llegarle hasta las orejas mientras que los ojitos heterócromos de Shoto brillaron.

Le emocionaba mucho que Izuku conociera a su madre, y viceversa al presentarle a ella a una persona que se había vuelto muy importante para él en muy poco tiempo. Algo que jamás ocurrió, cabe destacar.

Izuku no conocía mucho sobre la madre de los hermanos Todoroki. Sí conocía parte de su historia porque como fan que es de Shoto, en su adolescencia, no dudo en investigar todo sobre él. Aunque estuviera muy mal indagar en la vida personal de otra persona, pero era joven e inocente y jamás creyó que se encontraría con todas las atrocidades que el bicolor y su familia sufrieron a causa de su padre... y mucho menos la historia de su madre. Todoroki Rei.

Shoto no culpaba a su madre, para nada, eso lo sabía muy bien por lo que él mismo le contó: como cuando reunió el valor suficiente, en su adolescencia, y fue a visitarla al hospital después de muchos años de no verla ni estar en contacto con ella... y se le veía muchísimo mejor que con ellos en aquella casa. Ambos se pidieron perdón ese día, y su vínculo no se rompió.

Toya vivió una situación parecida. Pues lo primero que el ex villano hizo al obtener su libertad fue ir a visitar a su madre. Rei se culpaba a sí misma por la persona en quién se había convertido su hijo, pero Toya no la culpaba en absoluto y su vínculo volvió a crecer.

Con el tiempo, el vínculo de los tres hermanos y hermana volvió a ser el que alguna vez compartieron de niños, aunque Shoto a penas había participado de el, y por primera vez los cuatro juntos visitaron a su madre; como parte de la terapia de la albina que, lejos de reaccionar de manera negativa, desbordaba de alegría de ver a todos sus pequeños y única pequeña juntos en sus brazos una vez más.

Y así, entre terapia y terapia —está vez al lado de sus hijos e hija— Rei fue dada de alta, permitiéndole vivir por sí misma, del hospital en el que pasó tanto tiempo a causa de sus traumas y miedos que la llevaron a lastimar a uno de sus hijos sin ser consciente. Incluso vivió con Fuyumi un tiempo, en la casa que Enji mandó a construir, hasta que la mayor decidió seguir su rumbo.

Por primera vez, en muchos años, Rei se sentía segura en un espacio que pudo llamar su hogar, pero claro que no vivía a costa de sus hijos o Enji. Rei no perdió el tiempo y no dudo en conseguir un buen trabajo para vivir por su cuenta, independientemente, como siempre había querido; tomando las riendas de su vida.

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