Capítulo tres- Celos

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13 de mayo de 1992


Esta vez estábamos en un parque al que yo nunca había venido, era de noche y el lugar no estaba muy iluminado, pero podía vislumbrarse una que otra pareja caminando por ahí y a algunos chicos que venían solos.

Patrick me había explicado que era un sitio en el que él solía ligar, ya que todos los presentes eran hombres e iban a aquel sitio para eso; encontraban a alguien que les interesara y acordaban ir juntos a algún otro sitio. Nos separamos minutos después de haber llegado, Patrick dijo que mientras evitara el contacto visual probablemente nadie intentara nada raro, así que me senté en una banca a esperarlo mientras me fumaba algo.

Como antes de Sam y Patrick nunca había tenido muchos amigos, no estaba seguro, pero no creía que fuera algo muy normal acompañar a uno a ligar y quedarse sentado mientras el otro tenía sexo con un total desconocido.

Realmente no quería admitirlo, pero a cada minuto que pasaba aumentaban mis ganas de largarme de aquel lugar. No tenía idea de por qué, pero no soportaba el hecho de saber que justo en ese momento Patrick estaba haciéndolo con alguien más.

Patrick ligaba con chicos para después desaparecer con ellos a quién sabe dónde aproximadamente la mitad de esas noches en las que salíamos, y esas siempre eran las noches en las que se veía más triste.

Y por mucho que no me gustara, no tenía ninguna razón para molestarme por eso, ya que no era como que Patrick y yo fuéramos algo.

Últimamente le daba demasiadas vueltas a todo el asunto con Patrick y él ni siquiera parecía darse cuenta.

Llevábamos ya un tiempo haciendo estas salidas que siempre terminaban en lo mismo: Patrick y yo besándonos en su auto, a una cuadra de mi casa para evitar que nos vieran. No fue algo premeditado, pero después de la primera vez, Patrick comenzó a hacerlo y se volvió algo habitual.

Al principio fue algo raro, pero nunca fue incómodo, ni me llegó a molestar en lo más mínimo. Aunque Sam había sido mi primer beso y había sido especial, con Patrick de alguna manera era una sensación totalmente distinta; sabía que lo hacía por desahogo, pero no me besaba con rudeza, rozaba mis labios suavemente y a la vez fundía ambas bocas con pasión. Era tan dulce que lograba confundirme, llegaba a un punto en que me hacía creer que él de verdad podría llegar a verme como algo más que un amigo.

Durante el transcurso de la última semana comencé a preguntarme qué era realmente lo que sentía por Patrick.

Hasta hace apenas unos días yo aún creía estar enamorado de Sam, pero ahora estaba seguro de que definitivamente ya no era así.

Estaba tan perdido en mi propio mundo que no me di cuenta de un hombre venía caminando directo hacia mí hasta que me dirigió la palabra y me vi obligado a alzar la mirada.

—¿Tienes un cigarro de sobra?

Asentí y le tendí la caja sin prestarle mucha atención. Tomó uno.

—¿Tienes fuego? —preguntó.

Le dije que sí y encendí un cerillo para él. El hombre, en vez de sólo inclinarse para encender el cigarro, cubrió el cerillo con nuestras manos, siendo totalmente innecesario porque no había viento. En realidad, creo que sólo quería tocar mis manos, porque lo hizo durante mucho más tiempo del necesario. Me pareció reconocer su cara a través del resplandor de la cerilla, pero no recordaba de dónde lo había visto.

—Gracias —dijo después de apagar el cerillo de un soplido.

—De nada —respondí.

—¿Te importa si me siento? —preguntó.

—La verdad es que no —respondí sin tomarle mucha importancia.

Se sentó a mi lado, su hombro casi rozando con el mío. Me comencé a sentir algo incómodo, pues mi humor esa noche no era el mejor y el tipo comenzaba a invadir demasiado mi espacio personal.

Comenzó a hablar. De nada en específico, tan sólo se encargaba de que la conversación fluyera. Finalmente reconocí su voz, era el tipo que presentaba los deportes en la televisión, jamás hubiera imaginado que fuera gay. Habló de deportes, del fútbol universitario, de algunos equipos, e incluso llegó a mencionar el nombre de mi hermano. Yo no participaba demasiado en la conversación, tan sólo asentía y añadía algún o ajá en los momentos indicados. Mi mente estaba en otro lado.

Fue entonces que caí en cuenta de lo que debía parecer que hacía yo, sólo, en un lugar como ese.

Probablemente Patrick estaría haciendo exactamente lo mismo que yo en este momento, entablando una conversación totalmente superflua con algún desconocido con el fin de ligárselo.

Me preguntaba cuántas veces habría tenido la misma conversación, con cuántas personas se había acostado y cuántas de ellas habían significado algo realmente.

Aún no había llegado a una conclusión final sobre si me gustaba o no Patrick, pero el sólo imaginar que alguien lo estuviera tocando me sacaba de quicio y creo que sí tuviera que ponerle un nombre a esa sensación serían celos.

—¿Con cuántas de las personas que ha conocido aquí ha tenido sexo? —le pregunté al hombre de repente.

—¿Disculpa? —cuestionó extrañado, sin comprender de dónde había venido mi pregunta.

—Bueno, yo en realidad sólo vine a acompañar a un amigo —comencé a explicar—, y él probablemente se esté acostando con alguien en éste momento...

—¿Y eso es malo? —preguntó.

—Quizá no lo sea, pero creo que estoy enamorado de él, así que supongo que lo es.

Exhaló el humo del cigarro una última vez y tiró la colilla el suelo para después apagarla con el zapato, entonces se levantó y me palmeó el hombro de una forma que al parecer pretendía ser amistosa, ya que se dio cuenta de que conmigo no llegaría a nada, y que solo estaría perdiendo el tiempo si se quedara. Pero me dijo una última cosa antes de irse.

—Suerte.

Asleep [Charlie x Patrick] EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now