Molesta.

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Camila, debo admitir algo que no quise hacerlo hace meses, y es que te has vuelto mi obsesión, mi necesidad.

Y lo peor de todo, es que tú pareces disfrutar de eso, haciéndome sufrir cada vez que no vienes ¿Es que acaso ya no te interesa verme?

No puedo evitar sentir rabia ¿Sólo estabas jugando conmigo?

Desde aquella vez que entré a tu dormitorio, y nos dimos nuestro primer beso, tú luces extraña, distraída, hasta paranoica, siempre vigilante con cada paso que das, luces... asustada.

¿A quién le temes? ¿Hay alguien que te está atemorizando? Si tan sólo tú hablarás conmigo, si tan sólo me contarás que es lo que te ocurre, yo te ayudaría sin dudarlo.

Tus visitas al café cada vez son más esporádicas, y ya no me buscas con la mirada. Al contrario, siempre desvías la cabeza cada vez que busco verte, hablarte o tener cualquier contacto contigo.

¡Y eso me enfurece! ¡¿Cómo se supone que te ayude si me evitas?!

Hoy se suponía que era mi día libre, pero preferí ir al trabajo de todos modos, con la esperanza de verte, y así fue, ahí estabas, tan radiante y hermosa como siempre.

Me acerqué a ti, llevando en la bandeja el café que siempre pides, y el panecillo de naranja. Pero antes de que pudiera ponerlo en tu mesa, me miraste, y cambiaste la expresión de tu rostro, por una de temor.

—Y-Yo... te lo agradezco, pero debo irme —pronunciaste con nerviosismo, mientras tomabas la cartera junto a ti que descansaba cerca de tus pies.

—¿Por qué? —me atreví a preguntar.

—Tengo cosas que hacer, gracias de todos modos, Lauren—me dijiste fingiendo una sonrisa.

No, no me gusta eso, no me gustan esa sonrisa, yo quiero las verdaderas, las tiernas, las dulces, aquellas que tú me dedicabas cada vez que me veías, no ese maldito gesto hipócrita.

Me miraste a los ojos, y rápidamente palideciste ¿Fue entonces que lo entendiste verdad? Estaba molesta.

—Adiós —exclamaste con rapidez, mientras te escabullías entre mi cuerpo y la mesa, saliendo rápidamente del café.

[..]

Llegué a mi casa furiosa, toda ésta situación estaba colmando mi paciencia. Y no hice más que entrar, cuando aquella figura me perturbó aún más.

—¡¿Y tú qué demonios me miras?! —le grité mientras me acercaba a grandes zancadas hasta ella, quien permanecía inmóvil, inexpresiva.

—Dime ¿Por qué ella actúa así? ¿Por qué me evita? ¡¿A caso no me ama?! —le grité con frustración, tomándola de los hombros.

Pero como esperaba, ella no contestó nada, permaneció silenciosa.

Apreté mis dientes y la solté, pasándome ambas manos por el cabello.

—No, no, no dejaré que lo nuestro acabe así, yo... no perderé a Camila—pronuncié sonriendo, recobrando la calma—. Se que ella me ama también, me ama, como todas ustedes.

Me giré, y las observé, cada una más hermosa que la otra, con una belleza inigualable, únicas.

—Camila tiene que estar aquí, conmigo, con ustedes —expresé riendo bajo.

Sí, ya era momento de hacerla parte de mi colección, pero no sería cualquier pieza, como ella realmente jamás había visto otra igual.

Camz sería mi favorita.

Lauren es una psicópata que se enamorar perdidamente de sus victimas para luego matarlas y hacerla sus muñecas humanas.

The Perfect Doll; CamrenWhere stories live. Discover now