Beso en la oscuridad .

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Era miércoles, y Camila no había venido hoy tampoco a la cafetería, aquello me estaba preocupando. Llevaba ya tres días sin aparecer, y eso no era normal en ella.

Decidido, luego de terminar mi turno de trabajo, me dirigí a su casa. Sé que ella también estaría tan emocionada como yo de volver a vernos.

Pude observar estacionado un auto negro en el patio delantero, algo que me dejó desconcertada, ella no tenía auto, y el de sus padres era de un color gris claro.

Me dirigí con sigilo hacia uno de los grandes ventanales de la casa, escondiéndome en la oscuridad de la noche, y observé el interior de la sala, estaba vacío, pero con las luces encendidas. Mi dulce Camila estaba en casa, esperándome.

Rodeé la casa por la derecha, y caminé hasta la parte posterior, donde sabía que estaba su dormitorio. Y éste también estaba con la luz encendida, la misma se filtraba entre las purpuras cortinas hacia el exterior.

Sonreí ansiosa, las ventanas estaban abiertas, y a juzgar por la hora y lo silenciosa que estaba la casa, lo más seguro era que ella estuviera durmiendo. Y en efecto, allí estaba la mujer que me robaba el sueño todas las noches, durmiendo plácidamente sobre su cama, envuelta entre mantas color lilas, con una expresión serena en su rostro, y una tierna sonrisa adornando sus rosados labios.

Parecía un hermoso ángel durmiendo.

Me acerqué a ella, y me puse de cuclillas junto a la cama, permitiéndome correr algunos mechones rebeldes de su rostro, tocando por primera vez su suave piel. Y ella ni se inmutó, permanecía en la misma posición, sumida en sus sueños.

Me pregunto ¿Qué soñarás, Camz? ¿A caso lo harás conmigo como yo lo hago cada noche cuando logro conciliar el sueño?

Observé detenidamente sus labios ¿Sabrían tan dulces como se veían?

La miré por unos segundos, su respiración era tranquila, tan absorta de mi presencia, tan diferente a mi respiración que se sentía pesada. Mis latidos eran acelerados, quería, no, deseaba probar sus labios, tenía que hacerlo, tenía que comprobar su sabor.

Me incliné hacia adelante, y con la más suma delicadeza que pude, los rocé contra los míos.

Suaves, tan suaves como la piel de sus mejillas, tan cálidos como las sonrisas que me dedicaba, tan dulces como ella misma.

Me separé rápidamente al sentir que emitía un quejido, y con la misma destreza y sigilo con la que entré a su habitación, salí de la misma, observándola en la oscuridad.

Pude ver como ella abría los ojos, y se llevaba una de sus manos a la boca. Sonreí con felicidad, lo habías sentido también. Pero la expresión de su rostro, segundos después, me desconcertó. No lucía feliz como yo ¿A caso no te había gustado?

Se levantó asustada de la cama, y caminó con pasos rápidos, y algo torpes, hasta la ventana, y la cerró, colocando el seguro.

The Perfect Doll; CamrenWhere stories live. Discover now