3: Vergonzosa e íntima situación

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*Alaia en multimedia*

A la mañana siguiente la pelirroja se levantó con muy buenos ánimos.

Se dirigió a la cocina con entusiasmo y cuando se asomo por la ventana para ver la nieve abrió grande los ojos al ver a Alaia fuera de la casa.

Tomo un suéter y en seguida salio.

– Tomarás un resfriado si te quedas aqui.

– ¿No crees que se ve hermoso? – La menor de las hermanas miraba hacia el horizonte, donde el sol salía.

– ¿Nunca habías visto el amanecer? – Pregunto Anne confundida.

– No de esta manera. Quiero decir, no con todo eso blanco rodeándolo. Lo hace ver diferente, creo que lo hace ver más...

– Cálido...

Dijeron las dos al unisono.

La pelirroja sonrió y se le ocurrió una idea.

– Ven vamonos, pero ponte este suéter.

Después de que Alaia obedeció se fue al establo con Anne, dónde se montaron en una yegua y fueron a dar una vuelta.

Mientras tanto. Por la entrada de Green Gables iba entrando Gilbert Blythe con algunas donas y panes calientes.

Dentro de la casa Ava y Andra habían despertado y bajado para desayunar. Así que ambas estaban sentadas en la mesa, Ava se cubría la cabeza con un gorro mientras que Andra dejaba su sedoso cabello a la vista.

Cuando el muchacho entro llegó como cualquier otro día, sin tocar la puerta, pues ya casi era parte de la familia.

– Hola Marilla, buenos días. Es un lindo amanecer... – Dejo los panes en la barra y saludo a la mujer con un beso en la mejilla. – Anne, ayer no pude presentarme, me pasó algo extraordinario, me tocó ver cómo hacían un estudio de rayos x a una joven, estar en Charlottetown es genial, por cierto, quería hablarte acerca de ello... – Se acercó a la que creía que era su pelirroja y cuando estaba apunto de besarla Andra se giró mostrando que no era quien pensaba.

Ella y Gilbert abrieron grandes los ojos por la sorpresa.

Mientras tanto Anne había llegado al lugar en el que sembraban las mazorcas. En invierno estás no se sembraban por lo que era el lugar más plano y dónde más nieve se juntaba, logrando que fuera solo el color blanco quien dominara el paisaje.

– ¡Es hermoso Anne! ¿Cómo sabes que se pone así en estás épocas?

Pregunto la menor mientras Ann miraba hacia la nieve.

– Cuando era más pequeña Matthew me traía aquí y nos dedicabamos a hacer muñecos de nieve, angeles, y a hacer guerritas. – La pelirroja sonrió sumergida en sus recuerdos y comenzó a describir. – Un día, salimos bajo la condición de volver para la cena, eso lo dijo Marilla. Cuando llegamos aquí nos recostamos en la nieve y abrimos la boca... – Soltó una pequeña risa. – A quien se le congelara el cerebro antes ganaría... El era muy divertido... Fue la principal causa de mis sonrisas y hasta ahora de mis logros, gracias a el soy quien soy, y a Gilbert por cierto.

– ¿Quien es Gil...

Un grito las interrumpió y enseguida subieron a la yegua, ya que se había escuchado desde la casa de los Cuthbert.

Gilbert y Andra no dejaron de gritar cuando se vieron. Gilbert seguramente por el asombro y Andra por el posible miedo que sintió al tener a alguien tan cerca.

Cuando Anne abrió la puerta frunció el ceño confundida y Gilbert se acercó a ella con velocidad sosteniendo una cuchara para "defenderse".

– ¡Anne, todas son... Son... Son idénticas!

Las Hermanas ShirleyWhere stories live. Discover now