Las horas pasaron mientras seguíamos corriendo como locos, y cuando la luz del Sol empezó a filtrarse entre las copas de los árboles, me giré exhausta para observar a mi espalda. Afortunadamente ya no nos seguía ninguno. La mano de Jesús aún se aferraba con vehemencia a mí, arrastrándome a la vez que corría sin mirar sobre su hombro. 

—Ya no hay.  —verbalicé con dificultad, con los pulmones ardiendo bajo mi pecho. 

Él pareció no escucharme, pues seguía tirando de mí con la vista clavada en un horizonte cada vez más iluminado por el día. 

—¡Ya no están! —grité finalmente haciendo eco en un silencioso bosque.

Se volteó, confuso y agitado. Sus ojos azules escrutaron cada tronco y arbusto no hallando absolutamente nada. Tras comprobar una y otra vez si lo que yo decía era cierto, soltó un suspiro de alivio dejando caer sin cuidado alguno, su espalda contra el árbol más cercano.

—Estuvo cerca... —habló mostrando su perfecta dentadura.

Me recosté a su lado. Y tras tener al fin un instante de paz, apretujé todo mi pelo, oscuro y sudoroso, en un recogido.

—Sí que lo estuvo. —respondí apoyando mi cabeza en su hombro, con cada segundo mi respiración se acompasaba un poco más— Te lo dije —resoplé con una ligera sonrisa— tendríamos que haber subido a un árbol.

De un brusco movimiento retiró su hombro dejándome sin soporte. Mi cabeza cayó por inercia y solté un gruñido molesto que causó que carcajeara. Fruncí el ceño, intentando lucir en enfadada, pero mi aniñado rostro no consiguió ni inmutarlo. Aumentó su sonrisa, con algo de dulzura brillando en sus ojos.

—Está bien, está bien... —alzó las manos en símbolo de paz, concediéndome algo de satisfacción— La próxima vez te haré caso hermanita.

Estaba tan cansada, que a los pocos minutos de detenernos ya me encontraba sumida en el sueño más profundo. Habíamos recorrido largos kilómetros durante la noche y el día, mis músculos, así como todo mi cuerpo, clamaba por un sueño reparador.

Casi una hora después de mi descanso, desperté restregando ambas manos en mi rostro ojeroso y empalidecido por la falta de comida. Una rancia lata de comida y media botella de agua era lo único que teníamos en aquel momento.

—Yo vigilaré un rato. —dije levantándome, a la vez que sacudía mis pantalones llenos de suciedad y sangre oscurecida— Duerme un poco, luces como uno de ellos. —me burlé refiriéndome a los muertos.

Sonrió sentándose en el mismo lugar donde yo había decidido tomar mi siesta.

—Solo un par de horas. —justo tras decir aquello bostezó provocándome ternura—Tenemos que encontrar un refugio, algo... No podemos estar otros ocho meses en el bosque. —continuó, ocultando su cara con el gorro de lana negro que siempre llevaba atado a su cintura— Aunque me encante tu compañía —aclaró sin la necesidad de ver mi rostro contrariado— deberíamos buscar un grupo, es imposible que solo quedemos nosotros dos.

Quise responder a aquello último, ya que él bien sabía que no me agradaba la idea de unirnos a un grupo de supervivientes. La gente conllevaba problemas, y los problemas, en estos días, solo se resolvían con violencia. 

Abrí la boca para soltar mi negativa, pero supe por su respiración lenta y los rasgos relajados de su cara, que ya estaba dormido. 

—Ay pequeño... —susurré arrodillándome a su lado— Te quiero. —besé su frente antes de centrarme por completo en hacer la guardia.

 —besé su frente antes de centrarme por completo en hacer la guardia

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
✓DEMON'S FEARS ⎯⎯  ᴛᴡᴅWhere stories live. Discover now