La chica caminó hacia la parte posterior de los baños, un edificio pequeño parecido a un establo. Él la siguió. Y al momento de rodearlo... ella ya no estaba allí.

Volteó en todas las direcciones, sin encontrar rastros de la rubia, hasta que se vio acorralado por la misma con uno de sus cuchillos sobre su garganta.

—Himiko...

—Me hieres, Dabi. Creí que éramos familia.

—Bien dicho: éramos. Lo fuimos por muchos años pero yo ya no soy Dabi, ya no soy parte de la Liga o el Frente de Liberación Paranormal y ya no soy un villano —habló entre dientes.

Himiko se alejó de él cuando lo vio soltar una leve llamarada azul de una de sus manos en modo de advertencia.

—No respondiste mi llamada, ¿por qué?

—¿Acaso no escuchaste lo que te acabo de decir?

La rubia rio quitándose los lentes.

—No fue fácil contactarte. Aprecia un poco mi esfuerzo.

—Himiko, basta, ¿qué es lo que quieres?

—No se trata sobre lo que yo quiero... o quizás sí, pero el punto es que me gustaría tener a mis hermanos de vuelta.

—Todos están en la cárcel y tú estás prófuga al igual que Spinner, si es que aún está vivo, ¿de qué hermanos me hablas?

—No digas esas cosas...

—¡Es la verdad! ¿Sabes cómo me dañaría si alguien nos viera juntos? Tengo una hija, Toga.

—Dab-...

Él la interrumpió, histérico.

—¡Ese no es mi nombre! ¡No me llames así!

Ambos escucharon el leve sonido de los arbustos frente a ellos moverse y en una fracción de segundos algo se clavó en el muslo desnudo de la rubia.

Himiko jadeó adolorida, desvaneciéndose, y Toya la atrapó; su cuerpo se movió por pura inercia, mas al levantar la mirada... se congeló.

—Keigo...

—¿Qué haces con Toga?

—Yo n-...

—¿Sabes una cosa, To? La policía me contactó para que vigilará a mi propio esposo por la supuesta sospecha de que podría estar involucrado en un movimiento sospechoso junto a una de las ex integrantes de la Liga de Villanos —le rebajo con la mirada—. Pero al parecer fui el único idiota que creyó que era una tontería.

—Keigo, por favor, no es l-...

Él volvió a interrumpirlo:

—Vete. Ve, busca a Tomiko y lárgate antes de que la policía llegue.

Toya entreabrio sus labios y ni una sola palabra salió de ellos, solo se digno a agachar la mirada. Y estuvo a punto de irse de no ser porque notó que aún tenía a Himiko en sus brazos.

—¿Qué harán con ella?

—Toga Himiko es una delincuente y una villana prófuga, ¿tú que crees?

—P-Pero no le harán daño, ¿verdad?

—Dependiendo de su colaboración. Ella no tiene un apellido que la resguarde como fue contigo —respondió serio.

Toya negó con su cabeza.

—Keigo, promete que nadie le hará daño mientras esté en prisión.

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