5

5.8K 532 202
                                    

—Muy bien, firmaré el contrato —dijo Jennie, decidida.

Lisa sonrió, su evidente alegría haciendo que el corazón de Jennie latiese a mil por hora.

—Llamaré ahora mismo a Víctor Newell —dijo Lisa, sacando un móvil del bolsillo.

Pero no sólo le pidió al notario que redactase el contrato, sino que le dictó los términos y le exigió que estuviera listo para cuando terminasen de comer.

—¿Satisfecha? —preguntó después.

A Jennie se le había quedado la boca seca. En el último minuto había tenido dudas.

—Sí —consiguió decir, sabiendo que no sólo había firmado un año de su vida, sino la posibilidad de separarse permanentemente de la mujer que la había adoptado y criado.

Una hija desagradecida. Una hija malvada bailando con el diablo. Pero ¿no había provocado su madre esa situación poniéndose tan en contra de Lisa? Si la hubiera aceptado como hijastra. Si la hubiera dejado entrar en sus vidas…

—Vamos a brindar por que esto salga bien —dijo Lisa.

Jennie levantó su copa.

—Por que salga bien —repitió con fervor antes de beber, deseando que las burbujas fueran directamente a su cerebro para borrar el miedo de haber tomado una decisión equivocada.

Después de firmar el contrato, Lisa la acompañó a la calle y se ofreció a llevarla a casa en su coche.

Pero Jennie declinó la invitación. Su madre no debía pensar que estaba disfrutando de haberse pasado a las filas de la enemiga que iba a llevárselo todo. Incluyéndola a ella. Más o menos.

—Gracias por el almuerzo… y el contrato —le dijo, ofreciéndole su mano de manera formal.

Los ojos de Lisa brillaban, divertidos.

—Llámame si hay algún problema que no puedas resolver por ti misma.

No la había tocado hasta aquel momento. Pero la fuerza y el calor de su mano, la confianza que había en sus ojos, el aura de maestra de la manipulación… todo eso hizo que Jennie se diera cuenta de lo vulnerable que era frente a aquella mujer.

—Tú me has puesto a cargo de la finca y eso es lo que pienso hacer —afirmó, haciéndose la fuerte— ¿Cuándo debo esperar tu visita?

—Te lo haré saber —sonrió Lisa.

—Tendrás que avisarme con tiempo si quieres que extienda una alfombra roja.

—Por supuesto —asintió ella— Ya estoy disfrutándolo.

El corazón de Jennie daba saltos. «No pienses en ello», se decía.

—Bueno, nos veremos cuando nos veamos. Hasta pronto, Lisa.

Apartó la mano y se dio la vuelta, caminando por Martin Place hasta la estación Wynyard, secretamente consciente de que la anticipación de ese encuentro provocaba un caos en sus hormonas.

Un tren a Wyong. Llamar a casa para que alguien fuera a buscarla a la estación. Imaginar cómo iba a contarles todo lo sucedido a su madre y a su hermana. Era en eso en lo que debería pensar, pero tardó casi las dos horas que duró el viaje en calmarse.

El trato significaba que no sería una carga económica para su madre. Y tampoco lo sería Rosé si estaba de acuerdo. El problema era ¿estaría su madre de humor para escucharla? ¿Y aceptaría que tenía que irse de la finca inmediatamente?

WeekendsWhere stories live. Discover now