S e i s

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La tarde del viernes JungKook se la pasó entre pensamientos, y en todos el protagonista era Kim TaeHyung. La inquietud le producía un cosquilleo molesto en las yemas de los dedos. Tuvo el estímulo de mandarle un mensaje de Tae, pero se contuvo. Al no tenerlo cerca se dio con que su falta la sentía demasiado, más en las horas de clases cuando no tenía a alguien para burlarse de HyunJin. ¿Y si ya se había ido? Aunque hace solo unos días lo escuchó hablar sobre eso con la persona detrás de la línea telefónica, era una posibilidad. Tal vez, usando las palabras del rubio, a su padre le hubiese agarrado la paranoia. ¿Se fue sin despedirse? JungKook sacudió la cabeza, rodando los ojos. Era ridículo, ¿por qué se despediría de él? Ni que fuese tan relevante... Aunque su primo, YoonGi, se veía igual de desorientado sobre la desaparición repentina de TaeHyung. No se acercó a preguntar, pero se dio cuenta que Min lo  miró en los almuerzos, esperando, quizá, que Tae estuviese a su lado.
   
   Con un suspiro escapando de sus labios entreabiertos, se dispuso a bajar por algo de cenar. Abajo se hallaba su mamá y hermana viendo la televisión. Le acarició la cabeza a ambas y fue directo a la cocina.
   
   —Te dejamos pizza en el microondas —avisó Gyeon.
  
   Agradeciendo, la sacó y, de pasó, un vaso del mueble a su lado. Se sirvió agua y volvió a subir con su comida en manos.  Comió mientras contestaba los mensajes de sus amigos en el grupo que tenían. Ignoraba sus intentos por hacerlo enfadar al nombrar a TaeHyung, todos notaron lo ausente que había estado él. JungKook quiso golpearse la cara contra la pared por eso. Es que no es como si compartieron mucho tiempo juntos, pero así era gozar de la compañía de Kim y acostumbrarse a ella, de sus ojos curiosos a lo nuevo, de su sonrisa que ocultaba, de su cero importancia a lo que dijesen sobre quién creían que era, de su fascinación a lo sencillo. Y así era Jeon, que no se abría casi nuca, sin embargo, cuando lo hacía, era un caos confiado aparentemente.
   
   Al masticar el último trozo de pizza, fue al baño a lavarse las manos y los dientes. Vio que el color de su cabello se comenzaba a desvanecer, anotó en su mente comprar tintura. Se puso ropa cómoda para dormir en su cuarto y, apagando las luces, se tiró en la cama.
   
   Se quedó mirando el techo. Pensó en la influencia de TaeHyung. Su absurda facilidad de agradar si era lo que quería. Se rio de sus caprichos y rabietas de un niño, de cuando insultaba sin darse cuenta y, luego, sus mejillas se pintaban de un rojo intenso. Pensó en el aroma dulce de su cabello rubio, el cual notó cuando le dio aquel beso insensato. Intentaba recordar eso lo menor posible, porque le provocaba sentir una vergüenza inmensa.
   
   JungKook mordió su labio, negando a aceptar que, evidentemente, la red que era Kim TaeHyung lo estaba atrapando.

   El rastro de saliva le manchaba el mentón, sus ojos hinchados por dormir más de lo usual, e, incluso así, no quería levantarse de la cama

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   El rastro de saliva le manchaba el mentón, sus ojos hinchados por dormir más de lo usual, e, incluso así, no quería levantarse de la cama. Pero era la tercera vez que su madre le gritaba que bajara a almorzar, eso significa que, si no iba a de una vez, Gyeom subiría con un balde lleno de agua helada. Aunque la escuela le agradaba igual que lo hacía la violencia, no le aparecía faltar en época de exámenes por culpa de un resfriado.
  
   Se dio una ducha rápida, escogiendo despapilarse él solo. Se puso una sudadera talles más grandes, unos jeans rasgados en las rodillas y unas botas, todo del mismo color: negro. Lo habitual.  Puso su celular a cargar, ya que la noche anterior se quedó dormido antes de poder hacerlo.
   
   —Lo siento, pequeña, hoy no podrás regalarme un baño —se burló de su hermana, mientras bajaba las escaleras. Ella le dio una mala cara con el balde en las manos, bufando y yendo a tirarlo—. Buenos días, mamá.
   
   Le dio un beso en la frente, pasando de largo y sentándose en su respectivo lugar en la mesa. El hambre lo atacó al instante de oler la riquísima comida. Se relamió los labios y, después de esperar a Gyeon, comenzaron a comer.
   
   —¿Haces algo hoy, hijo?
  
   JungKook pensó que había planeando ser particular de Matemáticas ese día, pero, bueno, no iba a ser al parecer.
   
   —Nada... Quizá me junte con los chicos —se encogió de hombros—. Pero nada planeado.

Partible e inteligente [KookTae/KookV] Where stories live. Discover now