Capítulo 12

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"Fue un ataque respiratorio, no había nada que hacer"
28 de septiembre del 2017 a las 4:27 de la tarde, insuficiencia pulmonar que terminó en un paro respiratorio.
Con un total de 16% de la función de los riñones y el hígado dañado en un 93%.
Un simple cambio de visita había sido todo lo necesario para que por fin el ciclo se cerrará.
Los rostros contraídos en dolor mirando hacia el cuerpo tendido sobre la cama desconcertaron a los jóvenes chicos que bajaban con sumo cuidado el cuerpo inerte al suelo para darle mayor posibilidad a la circulación del aire.
Luego de las formalidades de los paramédicos mirándose unos a otros mientras oprimían un respirador manual sobre el rostro palido y negarse entre sí con expresión seria, por fin había pasado.
La ambulancia había hecho sonar la sirena al llegar, pero al retirarse de la escena ya no había sido necesario el activarla.
"No está respirando". Fueron las primeras palabras que pronunciaron al tomarle signos vitales.
"Si sobrevive probablemente quede en coma"
Padres congelados en la entrada, vecinos asomándose por las ventanas en busca del cotilleo de los de enfrente teniendo un cuerpo médico entero en su cochera.
Un albino sedado sobre el sofá de la sala después de intentar desesperadamente comprender lo que pasaba a su alrededor mientras había dejado un minuto la recámara de su esposo enfermo aún era pinchado con otro calmante ya que no dejaba de gritar.
Si la desesperación tuviera un rostro, seguramente sería el de aquel chico mientras le gritaba a un cuerpo inmóvil que estaría bien.
Uno de los tres chicos que había bajado de la ambulancia Intentó apartarlo mientras daban la respiración artificial y recibió en respuesta un manotazo en el pecho que lo tiró al suelo.
El sufrimiento de ese rostro contraído en el llanto era indescriptible, el búho y todos los presentes sabían que algo iba a romperse ese día en el chico. No iba a llorarle a nadie más de aquella inconsolable manera. Por eso, tras el primer pinchazo sedió a ser apartado, ya no podía hacer nada por el otro y sólo entorpecería a quienes sí.
Recluido en un sofá, pedía en somnolientos gritos que el castaño no lo abandonara.
"Tienen que llevarlo al hospital"
Gemía con angustia la madre del chico que no respondía.
La mujer admiraba la misma cara que la suya, salvo algunas arrugas hechas por el tiempo, su hijo concerbaba sus ojos tranquilos y boca pequeña, la nariz de su padre y el color de ojos de su abuela. Saber que estaba perdiendo al niño que alguna vez llevó de la mano a la escuela era la pena más grande que había pasado. Podía escuchar su chillante voz de 4 años pidiéndole un helado en el parque, su llanto quedo mientras tenía una pesadilla o la alegría de haber perdido su primer diente.
El bebé que tanta felicidad le había traído cuando se enteró que lo tendría. Aquel diminuto ser hinchado y sucio que le habían entregado después del parto.
Su felicidad de una familia al lado del hombre que amaba se estaba desmoronando con cada negativa que el cuerpo del hospital se daba entre sí.
"Está entrando en paro"
Sentía las piernas desfallecer mientras su esposo le rodeaba con la misma tristeza y sin posibilidad de hacer nada.
La voz estrangulada y el temblor por todo el cuerpo dejó salir una distorsionada suplica hacia los chicos que los auxiliaban.
"Reanimenlo por favor"
Se inclinó contra el pecho de su marido en un intento de buscar un consuelo que apenas sentía. ¿Cómo habían llegado a aquella situación tan horrorosa? Miró a su marido quien contraía los labios con la firmeza de un roble. Estaba ahí para ella, aunque estuviera igual o peor por dentro. Sus ojos reflejaban el temor a lo que venía. El arrepentimiento de no haber podido pasar más tiempo en casa todos aquellos años. No era un mal padre, lo sabía, pero siempre había algo más que podría haber hecho.
Miraron como el plástico del aparato sobre la boca del muchacho dejaba de ser oprimida. Los paramédicos apartándose.
"Él ya no está bien. No lo realizaremos"
Un silencio repentino se hizo en la casa, manos aferrándose entre sí y el alarido más terrible por parte del chico en el sofá rompió aquella tensa situación.
Sollozos destrozados de padres que perdían a su único hijo acompañaron la letanía.
Ningún Dios podía explicar el cometido de una aberración como aquella.
No es normal que un padre viva más que sus hijos, se supone que al traer una vida nueva al mundo te asegura que llegado el tiempo de desaparecer de este plano, al menos "algo tuyo" se quedaba en esta dimensión.
Pero no todas las veces era así...
A veces el amor no era tan "para siempre", a veces tu alma gemela no podía morir contigo agonizando por la edad. Tal vez había un propósito distinto en la vida que el ser padre. Tal vez amar con cada particula de tu ser a alguien no lo era todo.
Tal vez el escritor de la historia se había equivocado y no tardaría en reescribir un mejor desenlace para un chico menor de 30 con una vida maravillosa por delante...
El protagonista no debe morir ¿No?
Los malos son los que pierden siempre, el bien siempre triunfa sobre el mal.
La vida es un karma constante que te recompensa cuando eres bueno ¿No?
Siempre hay una escena impensable que salva al protagonista momentos antes de que su final llegue ¿Verdad?
Pero ese no era el momento...
No todo es color de rosa, no siempre hay una escena post creditos que aclara todas las dudas y te hace saber que al final, todo sale bien, abriendo pasó a la próxima parte.
No todas las personas buenas tienen un final feliz, por más que lastime lo que el destino tiene deparado, no vamos a poder burlarlo.
Por más que nos aferremos a que debe existir alguna cura para una enfermedad, puede que esta no vaya a tener un antídoto milagroso cuando lo necesitamos.
Por más que el corazón lo pida a gritos y nuestra voz resuene entre el eco de la desesperación, el mundo no es lo que esperamos.
Tener fé no va a evitar que el peso de la pérdida se pierda inmediatamente...
Dicen que en cuanto más clara sea la concepción de la muerte que tengamos, más fácil va a ser el sobreponerse a ella, pero no va a tardar medio segundo, ni el vacío que nos deja esa persona va a llenarse con un libro de autoayuda ni con medicamentos recetados de un doctor.
Perder es que hay algo que ya no vas a tener, que se ha ido y puede no volver jamás. Eso era la muerte y por eso dolía tanto.
Quizá las palabras más difíciles que podría ver serían las de ese reporte si siquiera pudiera hacerlo.
El telón había bajado y las luces se apagaba por completo.
No quería saber qué seguía de eso.
Era un camino inexplorado del que no se podía regresar.
Ya no habría dolor, ya no había doctores ni hospitales. Se habían acabado las quimioterapias y los medicamentos.
Ya no había morarones en los brazos ni pinchazos en la columna que llegaban al hueso en un dolor tan agudo e intenso que te hacía gritar aún con la anestesia.
No había más papá y mamá.
Ya no había amigos ni trabajo.
Ya no había amor ni pareja.
Ya no éramos Bokuto y Akaashi.
Ya no había latidos.
Ya no había vida...

Nombre: Keiji Akaashi
Parte médico: Oficialmente muerto.

Leucemia [BokuAka] *Terminada*Where stories live. Discover now