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– Gracias por ayudarme a cerrar, Mark.

– No agradezcas, no podía dejarte sola con todas esas mesas por limpiar.

Mark y yo trabajamos en una pequeña cafetería algo cerca del centro de Seúl. No era un gran trabajo, ni siquiera se acercaba a ser el trabajo de mis sueños, pero la paga era lo suficientemente buena para sobrevivir en esta ajetreada ciudad.

– Ya es un poco tarde, ¿nos vemos mañana? – pregunté, a lo que Mark asintió.

– Nos vemos mañana, llámame cuando llegues a casa.

Giré sobre mi eje caminando en la dirección opuesta de Mark. Mi departamento estaba a unas cuantas cuadras de mi lugar de trabajo, nada extravagante, solo un cuarto de tamaño mediano con las comodidades básicas para una chica extranjera como yo. El viento se volvía cada vez más helado con el paso de los segundos haciéndome encogerme de hombros al sentirlo colarse por mi delgado abrigo.

– ¡Jungkook!

Una voz femenina y demasiado llamativa llamó mi atención. Algo oscuro, frente a mí, escondidos entre la espesa noche estaba una pareja de enamorados. Ambos recargados sobre la puerta delantera del auto al otro lado de la calle afuera de un pequeño bar. Él chico sonreía ampliamente, acercándose al oído de su bella acompañante mientras ella soltaba pequeñas risitas cómplices.

Fue ahí cuando sentí mi corazón temblar. Alto, tez blanca, cuerpo bien formado y una sonrisa que te hace derretir con solo mirarla. Era él, Jungkook, ese chico enamorado era aquel que me dijo "Te Amo" incontables veces. Siguió adelante, está con alguien más y esa persona claramente no eras yo. Dolía, oh si, claro que dolía. Dolía tanto amarlo incluso cuando obviamente él ya no lo hacía. Sólo habían pasado 4 meses desde que nuestra relación terminó, ¿tan rápido se olvido de mí?

Sonrié ampliamente, como muchas veces lo hizo conmigo. Riéndose ligeramente por algo más que ella dijo. Esa risa tan sonora que alegraba hasta mis peores días. Inconscientemente las lágrimas resbalaron por tus mejillas cuando sentí todos los recuerdos sofocándome. Cuanto más los miraba, más lograba traer el dolor que he tratado de ignorar durante meses.

No se cuanto tiempo había pasado exactamente, pero lo que me sacó de aquel agonizante trance fueron sus ojos enganchándose a los míos. Su rostro cambió drásticamente al verme por primera vez después de todo este tiempo. Aún en la distancia noté su ceño fruncido, apretó la mandíbula mientras escaneaba toda mi silueta desde lejos.

"Vete" – esa pequeña vocecita de cordura habló.

– Disculpe – mi prisa era tanta que no me importó chocar hombros con algunas personas que caminaban por las solitarias calles de la ciudad.

Las mangas de mi abrigo ahora estaban húmedas por mis lágrimas, ¿qué podía hacer? Alejarme de aquella patética escena con el corazón completamente destrozado.

Mi muñeca fue jalada hacía atrás, sintiendo el calor de otra persona sobre esa zona de mi cuerpo. Sus ojos, de nuevo, buscando mi mirada debajo de mis húmedas pestañas.

– No tienes derecho a hacerme esto – su agarre se hacía más fuerte. Sus ojos desbordaban fuego.

Gradualmente mira a su alrededor, observando a la repentina multitud de personas a la vuelta de la esquina desapareciendo en la noche oscura. Los dos parados en el medio de la acera, intentando leernos el uno al otro, pero fallando miserablemente.

– Te he estado buscando durante meses, como un idiota – frunce los labios, sus bonitos y rosados labios. – Te llamé, mandé infinidad de mensajes de texto pero nunca respondiste. Cuando finalmente decido olvidarme de ti, apareces y me haces recordar el infierno por el que me hiciste pasar todos los días desde que terminaste conmigo.

– ¿Por qué estás aquí? – exhalé con dificultad. Retrocedí, finalmente encontrando el poder para alejarme. – ¿Por qué pierdes tu tiempo conmigo? Tu acompañante te está esperando.

La chica miraba extrañada la escena, era bella, bastante que era casi molesto.

– Que tengas una noche maravillosa, Jungkook – hablé con la poca fuerza que me quedaba. Giré a tiempo antes de que Jeon pudiera notar la gota salada que caía por mi mejilla.

– Ella no significa nada para mí - él habló, deteniéndome nuevamente.

– No tienes que darme explicaciones, ya no estamos juntos.

Mi espalda aún frente a él, sin querer ver su rostro.

– Lo sé, pero todavía siento que tengo que decirte esto. He estado tratando de olvidarme de tí porque el dolor es demasiado fuerte, pero ahora me di cuenta de que es absolutamente imposible... Te amo, y esta vez no quiero dejarte ir. 

Jeon ThingsOn viuen les histories. Descobreix ara