Capitulo 17: Inquietud

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David

Quizás en otra vida había sido espía internacional o ninja, cualquiera fuera el caso, tenía más que merecido el premio, había conseguido la gran hazaña de pegar el cartel en la puerta de mi vecina haber sido descubierto y huir por la puerta principal antes que ella partiera junto a Natalie hacia la universidad. La idea era dejarle un mensaje motivador, algo que la animara cada mañana a seguir adelante y gracias a Gerard había quedado lo suficientemente decente y con su toque encantador por los dibujos. Además agregándole el anónimo le daba ese toque de misterio que la mantendría ocupada, aunque quizás pensándolo... podría ya haberse dado cuenta pero si manteníamos esta clase de juego podíamos comunicarnos con facilidad, estaríamos al tanto del otro, aunque había sido todo un desafío lograrlo. Recuerdo que esa mañana no paraba de verme en el espejo del baño, inquieto, ansioso, enérgico y con las manos sudando a mares. ¡Había estado muy nervioso! ¡Se trataba de una pegatina por dios santo! Y por increíble que sonara, me resultaba extrañamente nuevo el alterarme por algo así. Lamentablemente no podría ver la expresión en su rostro y regocijarme ante su reacción al mensaje pero era capaz de imaginarme la escena de cierta manera y me alegraba.

Entonces, pensar en ella como primera cosa de la mañana traía consigo la necesidad de beber una buena taza de café. Mi mente trabajaba de forma extraña, relacionando Sara—Café—Beso por inercia y para cuando me di cuenta, encontré a mi reflejo adornado de un tierno color carmesí. Desde nuestro primer encuentro, cada vez que la observaba causaba en mí una sensación de ternura desbordante que mi personalidad le era difícil afrontar, se rendía y quedaba a merced de ella; era tan extraño su poder sobre mí que incluso si necesitaba que la consolara, lo haría y de hecho lucharía por hacerla reír, si debía esperar hasta tarde para que no volviera sola del restaurante también lo haría y era un patrón del comportamiento demasiado complejo para el David vecino y amigo ¿Por qué había comenzado a ser así? Luego me percaté de lo idiota que era, tonto, ignorante, sin un poco de cerebro para notar que buscaba acercarme de nuevo a través de los mensajes. Habíamos dejado en claro que teníamos que volver a ser completos desconocidos de nuevo, ambos teníamos pareja y era innegable que habíamos sido de cierta manera infieles...pero no quería que todo acabase así. Había valido suficientemente la pena para que considerase mantenerlo en un secreto y todos estos pensamientos que poco a poco iban aclarándose, explicando las razones de mis acciones, se encargaban de motivarme con los carteles, aun si me ponía tan nervioso el asunto. Revisé con extremo cuidado que no hubiera nadie en el pasillo, mis pobres piernas parecían dos fideos, tambaleándose y sin encontrar el equilibrio y maldecía este nerviosismo tan repentino, ni siquiera los nervios de un partido importante me habían provocado tales sensaciones, entonces tomé una bocanada de aire, juntando coraje, y pegué el mensaje sobre el metal, conteniendo la sonrisa tonta que se me dibujaba en el rostro al imaginarme el momento en que lo encontrara y satisfecho con mi trabajo, me dispuse a marchar hacia la universidad, tarareando una canción de Ed Sheeran que recordaba haber oído por ahí.

Por suerte las siguientes horas pasaron volando con los ejercicios del entrenamiento, habíamos previamente un calentamiento para acostumbrarnos nuevamente a la rutina y luego jugamos un pequeño partido sin mucha importancia para poner todo en práctica. Desde la cancha se alcanzaba a ver la poca concurrencia a plena vista en las gradas y a Katherine comiéndoselo literalmente con la mirada a Solomon mientras se babeaba por él cada vez que este daba saltos suspendidos en el aire practicando los cabezazos. No obstante, eso no me importaba tanto como el hecho de notar que algo faltaba, Rebecca no se encontraba entre el poco público que presenciaba el entrenamiento, llevaba varios días sin contactarme con ella, tampoco contestaba mis mensajes ni llamadas y comenzaba a preocuparme que le hubiera ocurrido algo. Desde la cita a Middletown había estado actuando diferente, y aunque se me pasaba por la cabeza que la podría estar agobiando, sospechaba que se trataba de algo más profundo que desconocía por completo.

Equinoccio (2do libro Solsticio de verano)Where stories live. Discover now