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La suave mañana cubría la ciudad, y los rayos de sol lograban pasar esa ventana con cortinas blancas llegando a la cara de nuestro tricolor favorito

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La suave mañana cubría la ciudad, y los rayos de sol lograban pasar esa ventana con cortinas blancas llegando a la cara de nuestro tricolor favorito. El cual tenía el cachete aplastado contra la almohada y con un río de baba fluyendo de su boca, si, no era una vista muy hermosa que digamos.

Pero el ruidoso despertador sonó interrumpiendo el sueño del joven latino, el cual despertó de un salto, aún desorientado apagó el despertador.

—Rusia despierta que se nos va a hacer tar...de—el latino miró su lado vacío, como lo había estado desde que el ruso se fue de la casa hace dos meses.

—agh, debo dejar de pensar que está ahí, me veo como un pendejo.
El tricolor tomo rápidamente su ropa y se metió al baño para darse una ducha una vez terminado se vistió y arreglo todo lo necesario con su apariencia, bajo a la planta baja de la casa para empezar a cocinar el desayuno.

Sus hijos no tardaron en bajar ya arreglados para ir a la escuela, emocionados por el hecho de que ya por fin era viernes.

México le sirvió a sus hijos no tardaron mucho en comer, mientras que los niños fueron a lavarse los dientes, el mayor lavo los trates utilizados para después el también lavarse sus dientes.

—¡niños apuren que se les va a hacer tarde!—el tricolor tomo su portafolio y las llaves de su auto, los niños no tardaron en aparecer con su mochila en su espalda.

—¿Tienen todo?—los niños asintieron
—mas les vale por que yo no me regreso.
El mayor de los hermanos sonrió diabólicamente por la idea que tuvo.

—¡No te pases! Se me olvidó que tenía que comprar una cartulina—el niño puso la voz más desesperada que pudo para que parezca creíble.

—hijo de tu pinche madre ahora sí te voy a madrear—el niño empezó a reír y el adulto no comprendió lo que sucedía.

—es broma jefe no se enoje—el menor siguió riendo a carcajadas aun con la mirada acusatoria de su papá y su hermano con su cara de ya querer irse.

—no mas' no te doy uno por que ya se nos hace tarde, andeles a lo que les truje chencha al carro.
—¡Si papá!—gritaron al unísono los niños, mientras ellos hacían lo pedido México cerraba la puerta con llave.

El camino fue tranquilo, los menores iban diciéndole como Rusia había roto la licuadora de Usa al tratar hacerles un licuado. México no paraba de reír al imaginar la cara de su marido y la pinche regañiza que le puso su pareja actual, paso un rato y por fin estaban en la escuela de los niños la cual era una primaria y secundaria.

—bueno mis niños no los voy a poder recoger pero, vendrá su abuelo por ustedes ¿Ok?—los chicos respondieron afirmativamente.

—ok a ver acérquese para darles la bendición y su beso.

Los menores acataron la orden y ya bendecidos y besuqueados bajaron del auto.

—adiós papá.
—adiós papi, no te sobre esfuerces—comento mientras hacia un ademan con la mano.
—no lo haré nos vemos al rato mis niños.

❥𝑼𝒏 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒑𝒂𝒑𝒂́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora