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—¿Qué le veías a Park?.— Preguntó de la nada. Le miré confusa, finalmente cambiando mi semblante.
—¿Qué le veías a Noin?.— Arrugó el entrecejo ante mi contraataque.
—Yo pregunté primero.— Se quejó como un niño, acompañado de un puchero. Reí.
—¿Llegaste a ver su trasero?.
—¿Llegaste a ver sus pe...?
—No tenía.— Interrumpí.— Tengo más que ella. Además, a ti te gustan aún más los traseros que los senos.
—Dame una razón para...
—Cuando tenemos relaciones te gusta que esté de espaldas a ti, y siempre, en cualquier lugar, me das nalgadas; te he dado dos razones.— Se cruzó de brazos aún haciendo puchero. Elevé mi cejas esperando una respuesta, únicamente recibiendo una cara seria.
—¿Y por qué con mi jefe?.
—¿Y por qué con mi mejor amiga?.
—¡Yah!.— Se quejó.— ¿Cómo te enteraste de lo de Lee?.
—Ya lo sospechaba de parte tuya, como todas tus quedantes que ya sabía. El día que me ví con ella, revisé su celular y confirmé mis sospechas.
—¿Por qué no te quejaste conmigo?.
Me encogí de hombros.— Quizás porque te acostabas con casi media corea.
—¡Yah!~. ¡Deja de echarlo en cara, ya no lo hago!.
—Tú eres el que estás preguntando.— Me recargué en su hombro.
—Nena.— Emití un sonido para que continuaste.— ¿De verdad me amas?.
—¿Quieres que te muestre mi celular?.— Se lo estiré, presionando el botón de encendido mostrando la pantalla principal, ya que no tenía clave.— Mira todo lo que quieras, no borro nada.
Lo tomó y lo miró por unos segundos sin abrir ninguna aplicación. Le miré a los ojos y de inmediato me volteó a ver.
—No es necesario.— Su característica sonrisa apareció, dejando a un lado el celular para poder besarme.
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