Extiende las alas, sintiendo su fuerza, alzándolas en vuelo y besar a la Luna Sangrienta por cumplir el lamento de un inmortal, su único deseo. Sin embargo, no es a Selene quien debe agradecer, tampoco las voces humanas con sus plegarias, no.

Sus afiladas Esmeraldas divisan, al pie de la Catedral, en medio de la Gran Ciudad, aquel Ser Espiritual de inefable luz...sonriente contempla su vuelo en los aires.

Midas ~





Su cuerpo desciende en tramos ondulantes, posa sus pies en el camino empedrado ahora húmedo por la tormenta.

Ambos se miran fanáticamente a los ojos, como si la felicidad fuese un brevísimo túnel y ellos, estuvieran en el medio.

El Hombre alado descubre el velo del Ser Espiritual, toca su mejilla carmesí llena de vida; sus palmas frías se aferran a la muselina; y su cuerpo, cansado de los siglos, se arrodilla ante el Ser de Luz.

Entonces, esconde su cabeza en las manos contrarias, y el calor que pacientemente su cuerpo de piedra lo hizo esperar, lo envuelve para, finalmente, poder llorar. >>

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Si había algo que Kuroko tomaba como una "ley" y principio moral, era el respeto por el espacio personal, la prudencia del trato y el "no meterte donde no te llaman". Y tal vez cualquier persona hubiera secundado su idea; sin embargo, uno mismo puede llegar a contradecirse en un determinado momento, yendo en contra de su propio juicio.

En consecuencia...allí estaba, en esa situación tan impropia, llenándole de verguenza. De pie, oculto en una esquina del librero en medio de la Biblioteca, con el rostro tras el libro abierto de sus manos, y los ojos temerosos mirando hacia las mesas de lectura, donde un joven dormitaba silenciosamente tras leer "Trova a Midas" la más funesta historia de amor imposible jamás escrita. En otras palabras, Kuroko velaba a escondidas el sueño de aquel muchacho... esta y las veces anteriores desde hace tres semanas.

Había contado cada una de sus hermosas pestañas; cómo el poder del viento halaba las cortinas y sus cabellos;  la curiosa manía de empujar el puente de sus lentes cada que pasaba una página; además...esas nobles sonrisillas que se filtraban cuando sus ojos leían algún párrafo del libro, causándole ternura. Otra cosa que notó en todo ese tiempo, fue que su numen  leía por cuarta vez el libro en sus manos.  





Así es señores...su numen. 






El peliceleste casualmente descubrió la rutina de este cuando iba a la biblioteca, ambos coincidiendo los martes y jueves en el primer receso; mientras que los demás días veía su silueta en la ventana desde el jardín en el taller de Dibujo o en la clase de Biología a última hora. 



<< Midas se enamora de un Ser Espiritual quien levanta su hechizo de piedra, dedicándole poemas cantados. Un amor egoísta y envolvente, donde uno se desvive para que el otro viva eternamente; sin embargo ninguno habla, prefiriendo callar sus sentimientos hasta reencontrarse en sus otras vidas >>. reflexionaba Kuroko   



Los ojos de lector empezaron a despertar lentamente a la par que su espalda adquiría su postura recta. Despidió un bostezo, sobó sus anchos párpados; acomodó sus lentes, finalmente tomó el libro que leía para registrarse con la bibliotecaria y salir de allí; dejando atrás nada más que su perfume a Hojas de té y Olivo.

Síndrome H .-  (KurokoNoBasket)Where stories live. Discover now