.......

723 65 19
                                    


. . .

Un intercambio, un sacrificio.

Frotó sus pequeñas manos contra sus ya irritados ojos, limpiando aquellos de cualquier rastro de lágrimas; terminando de manchar la blanca tela que lo cubría.  ¿En qué año está? Realmente se niega a preguntar. No quiere saber ya cuántos años pasaron después de tanto. Después de pasar eso con su autonombrado hermano. Después de cometer su primer asesinato con sus manos en un ataque de rabia por proteger a sus hermanos que ya ni ve o reconoce. Después de que aquel descendiente de tierra mapuche se presentase jurandole que lo liberaría, sintiéndose tan pequeño e imponente.

Aquel ya había crecido. Su mente había madurado a tal punto de crecer físicamente. Tal vez unos dos años más de diferencia, pero para ellos, representaciones, significaba mucho más, mucho, mucho, mucho más. Siempre soñaba con ser grande e imponente, poder hacerle cara frente a todo enemigo que lo desafiara y dañara. Su abuelo era grande y fornido, de una forma que solo los representará por su gran extensión y su forma poco convencional de extender y él, el ayudaría a acabar con lo poco que queda.

Vistiendo pulcro. La última vez que se vio así, terminó con los ropajes completamente rotos.

Traga saliva. No va a recordar eso. Está a punto de cometer uno de los peores errores de lo poco de vida que tiene. Y lo sabe.

- La luna...guiense por la luna.

Su español ha mejorado. Algo que trata de odiar en lo más profundo de su alma.

Los guardias españoles lo ven confundidos, y no exactamente por la diferencia de lenguas, porque ahora aquel niño hablaba en español. Simplemente que sus palabras eran simples y vacías. No entendían a que se refería, ¿Cómo que la luna? ¿De qué se tendrían que guiar? ¿Por qué su comandante les hacía escuchar a un niño para vencer a unos rebeldes indígenas? No lo entiende. Pero tampoco piensan contradecirlo.

Esperan por unas palabras del menor que no llegan. Aquel se quedó callado, mirando hacia el suelo, como un robot programado para decir aquellas cortas palabras poco útiles para los mayores.

Iban a reclamar, pero su jefe se presenta colocándose al lado del menor. Preguntando solo con la mirada que dijo.

- La luna...dijo...¿La luna?

- Ellos eran muy supersticiosos, ¿Verdad? - Les preguntó irritado. Unos estrategas de rango no pudiendo descifrar las palabras de un niño, bueno, un niño no...era una nación pequeña y naciente, tenía la edad de un adulto mayor, y la mentalidad ingenua de un niño de cinco. - Entonces, ¿A que se refiere con la luna?

- Se guían por su calendario...

- Atacan en ciertas fechas. Si sacamos del calendario, recordando fechas de luna llena, vemos si coincide y descubrimos cuando atacarán. - Concluyó el opuesto. - Una emboscada.

- Una emboscada.

El más bajo permanecía en silencio. Una humillación más grande de la que pasó aquella noche, fue vender a sus habitantes... él quería verlos, agradecer que gracias a ellos no había perdido completamente sus recuerdos.

Que la voz de su abuelo aún estaba presente en fragmentos de su memoria. Que aún recuerda ciertos dialectos, lenguas, no todo, pero las sobras de lo que arrasaron trato de abrazar con todas sus fuerzas. Y el, sin poder evitarlo, dejó que se escapara. Siendo aquellos rebeldes quienes aún lograban que todo lo que alguna vez le hizo sonreír con dulzura, permaneciera en su memoria.

Y justo a ellos, los traicionaba.

Como una vil rata.

Unas manos se colocaron en sus delgados hombros, recordó no moverse ni quitar a las intrusa en su cuerpo; debía ser como una mascota obediente. Solo por algo: Volver a ver a sus hermanos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 26, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Ataduras. [EspañaxPerú] Where stories live. Discover now