Ataduras. [EspañaxPerú]

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Despues de ya casi tres decadas de estar aislado del mundo exterior, a excepción del español, habia perdido las ganas de la mayoria de cosas. Sus brazos habian adelgazado aun mas, y poseia el labio roto y una marca rojiza en su mejilla, provocadas por su raptor. Su actitud era como la de un pequeño gato asustado, cuando oia un grito de parte del español, de forma inconsciente, sus extremidades temblaban y retrocedía con pavor; sin embargo, odiaba en todo lo que él lo habia convertido.

Y se odiaba a si mismo aun mas, por saber que pese a ver ese lado del español, no seria capaz de odiarlo completamente.

— Maldita sea... — Dijo al aire observando algunas cicatrices en su piel morena que aun no se borraban. — Maldito seas... — Lagrimas amenazaron con salir de sus orbes dorados, pero de manera terca el joven lo impidió, frotando su vista hasta dejarla hinchada sin permitirse soltar una sola gota de sus ojos.

No recordaba esta versión del español. Al principio de todo esto, lo trato bien, por supuesto que fingio; pero en su mente irracional no cabe la idea que la personalidad del castaño este tan alejado a la figura que mostró al conocerse. Que de un joven amable, servicial, con una sonrisa de oro, animado y positivo...tan solo quede alguien despiadado, sádico y violento, como si solo fuera un animal salvaje que busca la manera para dominar mas territorio cueste lo que cueste. ¿Cuanta duro su imagen de niño bueno despues de la conquista? ¿1 año? ¿O menos? Pero al tan solo ser una mascara, se le cayo a pedazos, siendo testigos de aquel demonio que lo había transformado en la peor version de si mismo.

Tenia miedo desaparecer, su abuelo lo hizo por culpa de él, pero a pesar de todo lo que habia pasado queria sobrevivir en nombre de lo que alguna vez fue el gran imperio Tahuantinsuyo,, de la herencia de su abuelo; no queria perder todo lo que alguna vez fueron, sus tradiciones, sus costumbres, incluida sus multiples lenguas. Ahora tan solo maldecia en un español marcado con el acento incaico, quedando en el pasado ciertas cosas.

Si asi era después de casi mitad de un siglo, teme imaginarse con el alma lo que sucederia en mas tiempo e incluso despues de siglos. Perder todo lo que alguna vez llevo con orgullo en su pecho, lo que siempre estaria enorgullecido que desaparecería así, sin mas...sin que no deje rastro del gran legado que porta sobre sus hombros. Sus pensamientos que divagaban, encontraron una pequeña razón por la cual se aferró a la vida, siendo el hilo lo único que lo sostuviese sin importar que tan herido mentalmente pudiese quedar.

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— Alistate, saldremos a una importante reunión. — Fueron las palabras que menciono el de ojos verdes con postura firme ante el moreno. — Al ser uno de los principales virreynatos tienes que estar decente.

El menor asintió, y de manera inconsciente se miro de pies a cabeza, como si su estuviera analizando ante tal comentario fuera de lugar de parte del mayor,, realizo una mueca de incomodidad al encontrarse fallas en si mismo. Aun con la duda de cuanto tiempo permaneceria...¿Que es de él?

Se acerca a paso despacio hacia el opuesto, y tira de manera infantil la prenda para llamar su atención, a lo cual el mayor alza una ceja extrañado,, se agacha a su altura para observarlo mejor, los segundos se sienten tan lentos y pesados como si se tratasen de decadas enteras...de forma tranquila, coloca su mano bajo la mejilla del de orbes dorados, como si fuese una casta caricia a un animal indefenso.

— Si Antonio...

Cierra sus ojos; realmente no sabe si ha perdido el juicio después de tanto tiempo, de soltar tantas lagrimas y golpear la puerta para huir de ese lugar,, siente que va a morir, desaparecer, sin dejar rastro, y se apega con lo poco que le queda de alma al que permanece frente a el, a un sinico español que lo engaña como si fuese una pequeña marioneta rota; es entonces donde se deja deshacer con una pequeña caricia, y se aferra, como si realmente su existencia dependiese de eso.