Capítulo 13: ¿Cuál es tu grupo sanguíneo?

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Jiang Cheng se quedó en silencio absoluto durante un par de segundos que acabaron por extenderse a minutos enteros. Lan Huan tampoco dijo nada y Xing, aburrida de quedarse quieta y contemplarlos, prefirió irse a hurgar en su comedero un rato o a buscar su pelota favorita, esa que hacía ruido al lanzarla porque tenía un cascabel dentro. Decir que el vampiro estaba feliz habría sido mentira y verdad a partes iguales. Estaba... seamos sinceros, estaba confuso. Mucho. No esperaba esa condición, como no había esperado nunca ese primer rechazo tan temido que luego al parecer había desembocado en aceptación. Con los brazos cruzados sobre el pecho de nuevo, elevó una ceja en dirección al escultor. Sus elegantes dedos tamborileaban sobre el brazo del lado contrario, pero no se daba cuenta de que lo hacía, como no solía darse cuenta de tantos y tantos gestos que a veces acababan por intimidar a sus interlocutores. De hecho, cuando lo conoció, el artista había creído que era la versión elegante y no tan alta de Nie MingJue debido a lo directos —bruscos— que eran ambos. Luego se dio cuenta de que no, de que sus diferencias eran más que sus similitudes, y poco después se enamoró por completo de él. Fue cuando le vio en la tercera exposición a la que acudió, algunos meses antes de su primer beso. Jiang Cheng había estado parado frente a una de sus esculturas, examinándola con ojo crítico. Al cabo de un rato, cuando llegó a la conclusión de que la estatua de aquella banshee era un reflejo perfecto de la realidad, sonrió. Nunca antes un signo de aprobación por parte del público le había llenado de semejante orgullo, porque solía darlos por descontado y los halagos casi habían perdido su valor. Jiang Cheng le devolvió el sentimiento de querer mostrarle la belleza de sus obras a alguien. Viéndolo de perfil, con una media sonrisa en los labios, pensó por primera vez en lo mucho que le gustaría esculpirle, enseñarle los resultados y recibir exactamente esa misma expresión de satisfacción. Ahora estaba dispuesto a tomar la eternidad para ello, para esculpir su figura y para amarle, porque esa era una de sus formas de amar. Frente a él, Lan Huan parecía ser absolutamente serio con sus palabras.

-¿Estás completamente seguro de esto?

Al cabo de un rato de observación mutista, esa frase salió de su boca. El artista se tomó también su tiempo, como si tuviera que escoger correctamente las palabras. Con poco disimulo, Jiang Cheng se permitió un bufido por lo bajo. Estuvo a puntito de poner los ojos en blanco. Sin embargo, obtuvo su respuesta, tremendamente simple y tremendamente sincera.

-Sí. Lo estoy.

-¿De verdad? -Cuestionó. Su voz era firme. Frente a él, Lan Huan asintió sin un atisbo de duda-. Sabes que es una decisión sin marcha atrás, ¿verdad?

-Lo sé. Y me parece bien.

El vampiro dejó escapar un trémulo resoplido. Él fue el primero en hacer la propuesta. ¿Por qué dudaba de pronto? ¿Se había vuelto imbécil o qué? Sí, esa debía ser la explicación. Al fin y al cabo, siempre había estado en contra de payasadas como "la eternidad te vuelve prudente/cauteloso". Mentira. Tenía quinientos años, había vivido más de lo que cualquier humano soñaría, sabía cosas que ni siquiera aparecían en los libros de historia, pero seguía lanzándose a la piscina con la misma temeridad que a sus veinte y tenía los mismos problemas de control y confianza. Y justo ahí estaba el quid de la cuestión: en su incapacidad para confiar en sí mismo.

-¿Por qué?

-¿Por qué la condición?

-Sí. Y el cambio. ¿Por qué todo?

-El cambio es porque te quiero, ya lo dije delante de una unidad de exorcistas y me mantengo en ello. -Respondió el escultor comenzando a esbozar esa sonrisa tan particular, la que rara vez llegaba a sus ojos, pero que cuando lo hacía iluminaba por completo su mirada. Era la sonrisa verdadera, la sincera, la que tenía a Jiang Cheng enamorado hasta el tuétano, la que le cortaba la respiración cada vez que la veía. Al contemplarla le fue difícil contener el impulso de tragar saliva. El de besarle fue todavía más duro de dominar-. Te quiero y creo que tienes razón. No es justo para ninguno de los dos ver cómo envejezco sin poder hacer nada para evitarlo. Es porque no quiero hacerte daño, y me ha dado la sensación de que mi muerte te podría sentar mal.

Hollow [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Where stories live. Discover now